Elecciones otra vez

(Primero). Un comunicado oficial avisa que, en el marco de la campaña electoral, se consignan denuncias sobre el carácter criminal de facciones de la Policía y sobre el papel violento jugado por grupos de seguridad privada en la persecución de ciudadanos de oposición. Se habla también sobre denuncias de fraude electoral, constreñimiento a electores, traslado de votos entre los distintos municipios, cambio de los pliegos electorales y aplazamiento de los escrutinios. Reportes confidenciales cuentan sobre “las desavenencias entre Ejército y Policía Nacional” que, debido a sus escisiones internas, entran en “excesos” y “contradicciones, entorpeciendo los unos el trabajo de los otros”.

(Segundo). Un informe sobre la situación de orden público en Caucasia resalta los “nueve agujeros de bala” en la puerta y la ventana de la casa de uno de los candidatos más populares a las elecciones para alcalde. Cuenta también cómo “hombres armados abrieron fuego el día después de que el candidato realizara un mitin de campaña, donde habló en contra de los grupos criminales y la siembra de coca”. El informe advierte que se trata de una “situación realmente difícil para los candidatos a los distintos cargos” y que, en el municipio cercano de Cáceres, el 60 % de los concejales tuvieron que irse debido a las amenazas.

(Tercero). Un reporte acerca del período preelectoral en Caloto narra cómo se oyen “rumores de violencia que intranquilizan a los campesinos”, especialmente porque estos meses coinciden con “la recolección de las cosechas y cualquier incidente, por insignificante que sea, puede repercutir dificultando la consecución de trabajadores para la recolección de arroz”. Así mismo, afirma que en “Caloto y Toribío sigue la situación delicada y los campesinos pobres continúan abandonando sus fincas debido a la situación de zozobra”.

Facciones de la Policía relacionadas con la criminalidad intimidando a los electores, atentados contra candidatos y rumores de violencia o zozobra que llevan a poblaciones a abandonar sus viviendas. Estos eventos hacen parte del día a día nacional. Sin embargo, los tres (comunicado, informe y reporte) fueron escritos en distintos momentos de nuestra historia. Aunque parecieran ser contemporáneos, el primero fue emitido en febrero de 1931, el segundo es de octubre de 2019 y el último de octubre de 1961.

Las tres fechas son distintas: la primera al inicio de la llamada república liberal, tras 44 años de hegemonía conservadora, la segunda en un presente de gobierno del uribismo (posterior a la desmovilización de las Farc) y la tercera al inicio del Frente Nacional, luego de cuatro años de confrontación armada partidista. Pese a las diferencias grandes, estos tres momentos tienen algo en común. Todos fueron antesalas de elecciones para dignatarios regionales. Todos hablan de violencias contra candidatos y votantes. De situaciones delicadas y zozobras en zonas rurales y de urbanización, en que el futuro se hace a pulso.

En 1931 se inauguraba una época de renovación, esperanzas y cambio político, pero a la vez se iniciaban conflictos puntuales (que después se convertirían en grandes confrontaciones) en departamentos como Boyacá, Santander y Norte de Santander. En 1961 salía Colombia de la época de la violencia, pero amanecían ciertos territorios como el Cauca y Santander entre el desasosiego del “posconflicto” y la austeridad, la concentración de tierras y la incertidumbre. Ahora nos encontramos, quizás, en una situación intermedia.

Antes de ayer se registró un atentado con disparos y bomba incendiaria contra las sedes del Partido Comunista y la Unión Patriótica. Quienes lo realizaron dejaron un panfleto con una calavera y un letrero que decía “regresamos”. En estos días de antesala electoral, siete candidatos han sido asesinados y otros 62 han sido atacados o amenazados.