Esperando la vacuna

Luis Carvajal Basto
13 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Cuando no disponíamos de vacunas, respiradores ni capacidad de realizar pruebas, el presidente Duque y la alcaldesa de Bogotá, aplicaron, oportunamente, la única herramienta disponible para salvar vidas al decretar el aislamiento. Su duración y alcance dependerá de nuestra capacidad para reforzar esa medida con la de conseguir equipos y realizar el mayor número de pruebas. Entre tanto, el país debe funcionar en las mejores posibles condiciones y el Estado debe garantizarse los recursos necesarios.

Es preciso reconocer que presidente y autoridades, a todos los niveles, han hecho lo que correspondía, se han “fajado”. La oposición también, al aceptar las decisiones del Gobierno entendiendo la escasez de recursos y la baja capacidad de respuesta. Tácitamente hemos tenido un “pacto”, a diferencia de lo ocurrido en otros países cuyos gobiernos no acertaron y el impacto ha sido considerablemente peor. El primer reto, para el Gobierno pero también para la ciudadanía, ahora consiste en mantener ese comparativamente “bajo” nivel de daño. El distanciamiento funciona, pero no para siempre.

Los gobiernos disponen, en circunstancias como las que tenemos, de tres herramientas importantes:1) su capacidad de impartir y hacer cumplir órdenes terminantes, 2) su capacidad de disponer y orientar los recursos de la sociedad, y 3) su capacidad para intervenir el mercado, incidiendo en la oferta y la demanda, a través de la inversión o el gasto público y el establecimiento de políticas monetarias, fiscales, etc.

En el escenario que afrontamos, con los efectos de la pandemia aplazados pero con muchos pendientes (como la realización efectiva de pruebas masivas, dotación suficiente de respiradores, etc.), y, por otra parte, una recesión mundial real y la demanda cayendo, puede decirse que, hasta ahora, el Gobierno ha utilizado convenientemente su capacidad de impartir órdenes pero tiene mucho por hacer, habiendo hecho bastante, en la orientación de recursos y el estímulo de la economía, cuando menos mientras dure la parte “dura” de la crisis. ¿De dónde saldrán esos recursos?

El Gobierno se ha ocupado de que la sociedad funcione en una dinámica, digamos, aceptable considerando circunstancias. Se han tomado medidas, que el presidente comunica diariamente, en cuanto a organización y coordinación, importantes; se anuncian unos indispensables protocolos; se han articulado mejor los diferentes niveles de gobierno, y se han hecho esfuerzos por apagar el incendio en los sectores inicialmente más afectados. Independientemente de las posturas políticas, se debe reconocer que su liderazgo se ha sentido.

El programa de Ingreso Solidario ($160.000 a tres millones de familias) es un buen ejemplo de ello, debiendo reconocer la velocidad a la que se está desarrollando. Sirvió para confirmar que estamos crudos en la utilización de aplicaciones, un asunto difícil de entender en un país con más celulares que personas. Ante la emergencia, se han usado, de manera inteligente, esas capacidades. ¿Pero por cuánto tiempo es sostenible?

La capitalización del Fondo de Garantías, la financiación de nóminas de las mipymes por un periodo de tres meses y el periodo de prorroga y gracia para obligaciones financieras son un indispensable salvavidas, pero no son sostenibles si la emergencia, como todo indica, se extiende. Desconocemos el impacto y evolución del virus y por tanto la respuesta y particularidades de las cuarentenas, pero, por el contrario, no es difícil estimar el tamaño de la recesión que enfrentamos, una sin antecedentes, ante la cual el Gobierno debe tener a disposición todas las herramientas posibles.

Hasta ahora las autoridades han recurrido a lo que podemos llamar una “caja menor”, haciendo lo que se debía e intentando resolver los problemas de liquidez en el corto plazo. El ministro de Hacienda ha segmentado el problema en cuatro áreas: salud pública, crisis humanitaria, sector empresarial y efectos financieros. El problema más relevante, sin embargo, es la disponibilidad de recursos para estimular la demanda en el corto y mediano plazo. La solicitud de créditos a la banca multilateral por 14.500 millones de dólares y la eventual ampliación del techo de la regla fiscal son medidas en la dirección conveniente, pero se requiere, excepcionalmente, “desbloquear” la capacidad para obtener financiación directamente del Banco de la República, como hemos venido insistiendo. No es posible afrontar una crisis de este tamaño con las “manos amarradas”.

La incertidumbre que ha generado el coronavirus ha puesto al mundo en una recesión inédita que solo se comenzará a superar cuando encontremos el remedio o la vacuna. Debemos estar listos para afrontar ese escenario.

@herejesyluis

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