Este 8 de marzo #NosotrasParamos

Catalina Ruiz-Navarro
08 de marzo de 2018 - 04:30 a. m.

“Es importante reconocer que cuando hablamos de trabajo doméstico no estamos hablando de un empleo como cualquier otro, sino que nos ocupa la manipulación más perversa y la violencia más sutil que el capitalismo ha perpetrado nunca contra cualquier segmento de la clase obrera”, dice la economista feminista Silvia Federici en su libro Revolución punto cero: Trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. “El salario por lo menos te reconoce como trabajador, por lo que puedes negociar y pelear sobre y contra los términos y la cantidad de ese trabajo. Tener un salario significa ser parte de un contrato social, y no hay duda alguna acerca de su sentido: no trabajas porque te guste, o porque venga dado de un modo natural, sino porque es la única condición bajo la que se te permite vivir (...). La diferencia con el trabajo doméstico reside en el hecho de que este no solo se le ha impuesto a las mujeres, sino que ha sido transformado en un atributo natural de nuestra psique y personalidad femenina, una necesidad interna, una aspiración, proveniente supuestamente de las profundidades de nuestro carácter de mujeres. El trabajo doméstico fue transformado en un atributo natural en vez de ser reconocido como trabajo ya que estaba destinado a no ser remunerado”.

Federici denuncia en su trabajo que mucha de la fuerza laboral de las mujeres no ha sido reconocida porque supuestamente limpiamos, cuidamos, parimos, criamos, aconsejamos, toleramos y aguantamos todo en nombre del amor. Y que al final el amor es una moneda muy flaca y poco duradera, un pago de humo por nuestro trabajo. No porque el amor a la pareja, la familia, los hijos, no sea real y sincero. El “hombre de la casa” va día a día a un trabajo esclavizante y la mayoría de las veces mal pago por el amor que le tiene a su familia o a su ego. Pero al menos puede elegir la actividad. Al menos la gente le cree que trabaja. Al menos puede coger esa plata y hacer con ella lo que se le dé la reverenda gana. El dinero, a diferencia del amor, depende casi exclusivamente de lo que uno haga, pero el amor depende de otro, u otros, y a las mujeres nos han enseñado a manifestarlo con la forma de trabajos de cuidado, incluso sin esperar nada a cambio. Es hora de reconocer que nuestro trabajo, esas casi 20 horas extra a la semana en que las mujeres en Colombia hacen trabajos de cuidado, es importante y decisivo para la economía del país, aunque parece que beneficia a todos menos a nosotras.

Esta es una de muchas razones para parar este 8 de marzo. Por iniciativa de los movimientos feministas latinoamericanos, el año pasado se propuso que los 8 de marzo las mujeres hiciéramos huelga en nuestro trabajo, especialmente si nuestro trabajo está invisibilizado, para que se note que existe, y especialmente para que se entienda que sin trabajos domésticos, de crianza, de cuidado, nuestra economía no sería posible. Este año, en su segunda edición, la huelga se ha extendido por casi 60 países del mundo, y cada vez más mujeres se suman a la reflexión de lo injusto que es que no se reconozca o incluso se demerite de manera sistemática el trabajo que hacemos las mujeres.

Claro, muchas no podrán, no podremos parar. En el mejor de los casos porque estamos haciendo activismo y, en el peor, porque muchas mujeres de verdad resultan irremplazables. Es el caso de las madres solteras, de las abuelas, de todas las mujeres cabeza de familia. También de aquellas que se han vuelto “indispensables” en su trabajo, quizá porque “trabajan con amor”. La reflexión también va en ese sentido. ¿Por qué algunas no pueden parar? ¿Cuáles son todas las cosas que están mal en mis condiciones de trabajo si la empresa no puede (o no quiere) ni siquiera darme un día para unirme a una huelga más que justa? ¿Si una mujer no puede parar ni un día porque se hace cargo de su familia, qué pasará cuando, tarde o temprano, esa mujer falte a su familia? ¿Qué podemos hacer como sociedad para que estas redes de cuidado dependan de todos y no solo de las mujeres?

Este 8 de marzo hagámonos estas preguntas. Recordemos y mantengamos vivas las luchas históricas de las mujeres para que nuestro trabajo sea reconocido. Entendamos que si las mujeres paramos, paramos el mundo.

@Catalinapordios

 

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