Éxitos criollos

Iván Mejía Álvarez
04 de septiembre de 2018 - 03:00 a. m.

No es una curiosidad que los tres primeros clasificados de la Liga Águila sean dirigidos por técnicos colombianos. Luis Fernando Suárez, Huberth Boderth y Alberto Gamero están en la tarea de hacerle ver a la afición que los adiestradores colombianos pueden hacer meritorias campañas, ganar títulos y dejar huella.

Suárez venía de una mala experiencia en el primer torneo. En este segundo semestre decidió hacer las cosas de una manera diferente y aprovechó el tiempo para montar un equipo que lleva siete victorias consecutivas y al que no le han marcado goles en la Liga, tampoco en la Copa, para elevar el invicto a nueve partidos, un auténtico registro de efectividad. Si uno de los equipos taquilleros del país, uno de los llamados grandes, hubiese alcanzado tal marca, no cabrían los titulares, las notas en radio y televisión. Sería una locura, pero como es La Equidad, un equipo poco mediático, sólo quedan ahí los números que nadie puede borrar.

Aunque los registros están ahí, no faltan los detractores que indican que la campaña ha sido contra los equipos chicos del torneo y que ahora, cuando enfrente al Medellín y Cali, vendrá la tanda brava y es cuando se verá si la eficiencia de La Equidad es tal como dicen sus números. No importa; ya tiene 21 puntos y está a sólo ocho de asegurarse un cupo en las finales. Su escapada inicial le debe bastar para disputar la siguiente ronda y probar hasta dónde pude llegar.

Boderth vuelve y cumple una gran tarea con sus equipos. Experto en rescates, el técnico cartagenero, de procedencia alemana, ya mostró en Real, Jaguares y el Caldas que tiene ideas muy claras y que pone a jugar bien a sus equipos. Este Once Caldas triangula bien, juega asociado, toca la pelota, le gusta el útil como instrumento para ganar metros. Otra virtud de Boderth es la confianza que brinda a los nuevos jugadores, el utilizar la cantera y las bases juveniles para aprovisionar el equipo. Lemos y Londoño, dos de sus figuras emergentes, lo comprueban.

En el negocio del fútbol, Gamero sabe perfectamente su rol. Sabe que dirige al Tolima, un club vendedor que debe reinventarse torneo tras torneo, y sin lágrimas ni quejidos acepta su papel y vuelve e intenta, vuelve y juega. Le cuesta a veces, pero en general lo consigue, y por eso durante los últimos años el Tolima es un invitado a finales y a títulos, como el de junio pasado ante Nacional.

Ninguno tiene capital para invertir. Los tres, Suárez, Boderth y Gamero, sólo tienen claro que del trabajo y la disciplina se obtienen buenos frutos. Y eso hay que decirlo y celebrarlo.

 

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