Varias precisiones y una reflexión debo hacerle al columnista Mauricio Botero sobre su columna del pasado 7 de marzo. En ella no solo desconoce que la mejor forma y la más competitiva de mejorar la calidad del aire para evitar muertes y enfermedades es a través de energías limpias como el gas natural, sino que ignora el rol fundamental que tiene en la descarbonización de la matriz energética.
Así lo han reconocido muchos países desarrollados que consideran esencial este energético por sus beneficios en la salud y el medioambiente. En el mundo su demanda continuará creciendo a una tasa del 1,2 % por año entre 2030 y 2040, siendo el combustible de respaldo ideal en la movilidad sostenible y competitiva, y en la generación de energía más limpia. En Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea, incluido el Reino Unido, hay reducciones importantes de CO2 gracias al gas natural.
En este debate no solo es importante mencionar el aporte que tiene el gas natural en la reducción de emisiones de CO2, sino las disminuciones cercanas al 100 % de material particulado fino, que causa perjuicios en la salud de la población más vulnerable. Estos datos no pueden ser ignorados en Colombia. Según el Departamento Nacional de Planeación, en Colombia mueren anualmente 8.000 personas por la contaminación del aire y se tratan más de 67 millones de enfermedades asociadas. A finales de 2020, la revista científica The Lancet entregó un informe sobre la calidad del aire en la India. En este país, alrededor de 1,7 millones de muertes en 2019 estuvieron relacionadas con la polución, lo que se tradujo en pérdidas para su economía de US$36.800 millones, un 1,36 % de su producto interno bruto (PIB). Para poner en contexto la cifra de decesos: el COVID-19 cerró 2020 con 1,8 millones de muertes en todo el planeta.
En Colombia, estudios de la Universidad de los Andes y Ecopetrol demostraron que con solo la renovación de 350 buses de Transmilenio con gas natural vehicular, se redujo en un 50 % la concentración de material particulado dentro de las estaciones y buses del sistema. Mejoras en la calidad del aire también se están viendo en Cartagena, Barranquilla, Cali y Medellín, donde avanza la movilidad a gas natural con nueva flota de vehículos pesados dedicados y taxis convertidos.
Por esta razón, en el Plan Energético Nacional y en el Plan de Abastecimiento de Gas Natural del Gobierno Nacional queda claro que este combustible es y será importante para cumplir con los compromisos ambientales. Según las proyecciones del Gobierno, en el año 2050 la demanda de energías limpias (gas natural y energía eléctrica) será de casi un 50 % de la canasta total, mientras que la de combustibles líquidos descenderá a cerca de un 30 %.
Manifestar que no vale la pena usar combustibles como el gas natural para salvar las vidas de niños y adultos mayores, que mueren por mala calidad del aire, es una afirmación tan peregrina como errónea. También desconoce los beneficios sociales para los cerca de 10 millones de usuarios de este energético, en su mayoría familias de estratos 1, 2 y 3.
Esta industria reconoce la necesidad de seguir dando pasos para su descarbonización, por eso también está enfocada en el desarrollo de gases verdes como el hidrógeno y el biogás. Sin embargo, no podemos desconocer la realidad: el gas natural es un acierto ambiental, económico y social.
Después de las anteriores precisiones técnicas y científicas, es importante reflexionar sobre el proyecto de la planta de regasificación del Pacífico que menciona el columnista. Es necesario contar con un respaldo de abastecimiento para garantizar la seguridad energética y este proyecto debe tener la solidez necesaria para adjudicarse.
Desde Naturgas hemos pedido al Ministerio de Energía aplazar el proceso de convocatoria que adelanta la UPME para adjudicar la infraestructura de importación hasta que se hayan concluido los análisis con cifras de los costos que asumirían los distintos mercados de gas; además, no hay claridad sobre la participación de la demanda térmica (principal beneficiario) en los costos asociados al desarrollo y la operación de dicha infraestructura. Ante las dudas, es mejor esperar, ajustar, antes de avanzar.
Andrés Sarmiento Grisales. Presidente (e), Naturgas.
Envíe sus cartas a lector@elespectador.com