Yo soy como el picaflor

Greguerías virtuales

Ricardo Bada
20 de septiembre de 2018 - 07:42 p. m.

“Los pájaros son las estrellas fugaces del día”. Uno lee esto y piensa de manera espontánea: “Ramón”. Y no, no es una greguería, es un trino de @Guashabita, tuitera venezolana. Mal que les pese a los puristas, a los exquisitos y a los aristarcos, “la tuiteratura es literatura, porque los problemas de validez y legitimación que genera son los mismos que los de la literatura tradicional”: así lo cree y lo formula @MoraVicenteLuis. Y así lo creo yo también, que dedico horas y horas a buscar las agujas del ingenio y el buen decir en el pajar de Twitter. En el prólogo a su propia antología en Austral, es Ramón quien nos pone sobre la pista de unos ilustres ancestros de la greguería. Así por ejemplo Quevedo (“Los ojos pequeños tienen niñas, y los grandes, mozas”), Góngora (“Erizo es el zurrón de la castaña”), Zorrilla (“El gallo con su paso orgulloso va sembrando estrellas en el suelo”), Rubén Darío (“El peludo cangrejo tiene espinas de rosa”), Huidobro (“Los ascensores suben como el mercurio de los termómetros”), etc.

También cita varias de los aventajados epígonos que le salieron desde que comenzó a publicarlas. Entre ellos Eugenio D’Ors (“El piropo es un madrigal de urgencia”), César Fernández Moreno (“Morir es penetrar en un cuarto oscuro donde no hay un solo mueble con que tropezar”) Noel Clarasó (“El golf es muy divertido con tal de no proponerse meter la pelota en el agujero”), Jacinto Miquelarena (“La escalera de caracol es el sacacorchos de las torres”), Jardiel Poncela (“En la batalla de Sedán, les dieron”), etc.

Como acerca de ellas casi todo ha sido dicho, pues no hay tratadista de la literatura en lengua castellana que no les haya dedicado su atención, centremos la nuestra en aquellas de Ramón que devinieron obsoletas debido al progreso de la técnica y aquellas que jamás hubieran encontrado hoy un redactor dispuesto a publicarlas, debido a su política incorrección. Comencemos con una obsoleta: “Las últimas lágrimas de despedida al tren que parte, chorrean de la manga del depósito de agua para llenar locomotoras”. Y hay otras, en cambio, que hoy en día, en plena crisis, son más actuales que nunca: “La pregunta más inquietante de los bancos: ‘¿Llegó ya el cajero?’”. Una que otra greguería recuerda al mejor Chesterton: “Hay un momento en que el astrónomo debajo del gran telescopio se convierte en microbio del microscopio de la luna que se asoma a observarle”.

Entre mis predilectas reseño dos en las que intervienen Eva y el jardín del Edén: “Cuando una mujer pide ensalada de fruta para dos, perfecciona el pecado original”. Y esta: “La mujer que baja por una escalera de caracol parece haber sido despedida del Paraíso”.

 

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