Hidroituango y el Bredunco

Héctor Abad Faciolince
27 de mayo de 2018 - 04:30 a. m.

La región de Ituango, en el norte de Antioquia, ha tenido una historia durísima desde siempre, o al menos desde que se la empieza a mencionar en los libros. Todos los días leemos sobre la tragedia de las miles de personas desplazadas de Puerto Valdivia a la cabecera municipal de Valdivia, que está situada más alto en la montaña y por lo tanto lejos de las amenazas de inundaciones y avalanchas. Pero, ¿por qué se llama así Valdivia? Ahí comienza, precisamente, la historia de Ituango, si nos atenemos a la vieja definición de historia como memoria escrita del pasado.

En 1569, el rey Felipe II nombra a Andrés de Valdivia, escribano nacido en Úbeda, Andalucía, gobernador de Antioquia, Ituango y el Bredunco. En España, para indicar que algo queda lejísimos, se acostumbra decir “por los cerros de Úbeda”. Pues mucho más en la porra quedaban Ituango y el Bredunco a mediados del siglo XVI, si se piensa que todavía hoy esta es una “región salida del mapa”, como decía León de Greiff. Cuando uno se acerca a Ituango por carretera, hoy en día, pasa por un pequeño valle que se llama Matanzas. La toponimia, ustedes saben, es un auxilio para la memoria.

En lo que hoy se llama Matanzas, Andrés de Valdivia fundó, a mediados de 1574, una población a la que llamó Úbeda en honor a su pueblo natal. Don Juan de Castellanos, quizá el primer gran escritor de este territorio que hoy llamamos Colombia, cuenta que Valdivia pensaba que los pobladores originarios del lugar, los nutabes, no le serían hostiles pues eran “gente ni vencedora ni vencida”, “flecheros, carniceros y herbolarios”. No fue así, y el 10 de octubre de ese mismo año, el cacique Quimé mató a Valdivia (después de que sus hombres habían masacrado a negros y españoles) con una maza. Bajó el mazazo, cuenta Castellanos, “con golpe tan horrible / [que] le desmenuzó casco, hueso y sesos: / cayó lanzando sangre por la boca, / y el ánima salió de aquella cárcel / mortal adonde estaba detenida.”

Citando a Fray Pedro Simón, Roberto Cadavid Misas afirma que a Valdivia también se lo comieron: bellaco gobernador, tú eres un perro y bellaco ladrón y como perro bellaco te tengo que comer ahora en pago de los males que has hecho a mí y a los míos. Dele que yo me le comeré a él ahora como conejo o venado, y que cuando su Rey envíe acá otros españoles, también habrá manos y dientes para ellos. Dudo de este canibalismo pues Castellanos no lo cuenta y él dice que las noticias de Valdivia las recibió de primera mano. Lo que sí cuenta Castellanos es que en ese mismo valle, meses después, el gobernador Gaspar de Rodas vengó a su predecesor y mató a gran número de indígenas, a quienes colgó y descuartizó tras un juicio sumario. Hubo, pues, dos matanzas allá y de ahí el plural del topónimo.

El Bredunco, que era el nombre que los indígenas de la región le daban al río Cauca, había hecho también muy difícil la conquista de Valdivia. Al intentar vadearlo, el de Úbeda perdió hombres, caballos, cerdos y armamento. Se ve que desde antiguo no ha sido fácil enfrentarse a este río central en nuestra geografía y en nuestra historia. Esto no lo ha hecho, sin embargo, intocable. Ya hay hidroeléctricas que usan sus aguas (Florida) o las del río Magdalena (Betania). 

Ahora, ante la tragedia y crisis de Hidroituango, hay quien usa la prosopopeya para hablar del Bredunco como río intocable. Vean este hermoso ejemplo del poeta Montoya: “¿Le pidieron permiso al río Cauca para hacer su gigantesca y aparatosa obra? ¿Le pidieron permiso a la tierra para horadarla?”. Creo que no, pero seguro estos vates le van a pedir permiso al sol para robar su energía, cuando instalen paneles solares, y le van a preguntar al viento si usan energía eólica. 

Nota. Hoy, mientras todavía esperamos si se salva o se arruina el mayor proyecto hidroeléctrico de Colombia, vamos a escoger presidente. Mi candidato no puede ser el de la oligarquía, Duque, ni el de la demagogia, Petro. La mejor opción es Sergio Fajardo.

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