“Historia mínima de Colombia”

Armando Montenegro
15 de abril de 2018 - 04:55 a. m.

Una de las cosas que ofrece el estupendo libro de Jorge Orlando Melo es una explicación clara y convincente de cómo se ha formado la nación colombiana a través de varios procesos simultáneos: (i) la difícil, lenta y conflictiva ocupación de un territorio quebrado y variado, por diversos grupos indígenas, los conquistadores españoles y los colonos de todas las épocas; (ii) significativos cambios demográficos: la brusca caída de la población indígena con la conquista, la llegada de esclavos africanos y el continuo mestizaje; (iii) el esfuerzo, primero de los españoles y, luego, de los distintos líderes de la República, por establecer sistemas políticos y jurídicos que pudieran imponerse sobre toda la población; (iv) la lenta y difícil constitución de un mercado nacional que permitiera el despegue de la economía y el crecimiento y el empleo.

Mientras se daba la integración del país, en los valles y rincones de un territorio abrupto, con sus cordilleras, ríos y selvas, se constituyeron regiones relativamente aisladas, donde florecieron culturas y circuitos económicos más o menos independientes. A pesar de la construcción de carreteras, los crecientes intercambios económicos, las migraciones y la influencia de los medios de comunicación que finalmente unificaron al país, subsisten las regiones que caracterizan a la Colombia de hoy.

Así como Melo señala que los centros urbanos aislados eran “islas pobladas” dentro de un mar deshabitado, algo parecido ocurría (y ocurre todavía en ciertas zonas) con la ley, cuyo imperio se reducía a “islas de legalidad” en medio de océanos de impunidad e informalidad; y, en lo que se refiere al monopolio de la violencia estatal, éste se circunscribía a “islas” dentro de extensiones plagadas por delincuentes, guerrillas, narcotraficantes y otros grupos privados armados que imponían allí sus normas y sus condiciones. La formación de la nación exigió, por lo tanto, que se ampliaran y conectaran estas islas y, en consecuencia, que se contrajeran las zonas que las rodeaban, un proceso avanzado, pero inconcluso a estas alturas del siglo XXI.

Melo concluye que sólo a finales del siglo XX se logró el “sueño de los creadores de la nación” de que el territorio estuviera cubierto con la ley, un solo mercado y un sistema político. Desde este punto de vista, buena parte de la historia de Colombia, con sus revoluciones, reformas y constituciones, no es sino el recuento del tortuoso y, muchas veces, violento proceso de lograr que todo ese país diverso, segmentado en regiones, con grupos humanos variados y dispersos, pudiera cohesionarse política, jurídica, económica y culturalmente. Esta unificación se pudo dar tarde en el siglo XX, cuando el desarrollo económico permitió que el Estado construyera una infraestructura vial mínima, ampliara la educación y la salud, y se empeñara en llevar la ley y la seguridad a zonas apartadas (un proceso, obviamente, todavía inacabado).

A pesar de su gran debilidad, como en otros países, el Estado fue anterior a la nación colombiana. Melo dice, por ejemplo, “el Estado ha seguido detrás de los colonizadores”; y se podría añadir que también ha ido detrás de la ilegalidad, los grupos armados irregulares e importantes circuitos económicos.

Jorge Orlando Melo (2018), Historia mínima de Colombia, Bogotá, El Colegio de México - Turner.

 

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