Humanizar al opositor… el camino para recuperar la paz

María Antonieta Solórzano
22 de julio de 2018 - 10:22 p. m.

Las personas fueron creadas para ser amadas,

las cosas para ser usadas, el mundo se transforma en

caos cuando las cosas son amadas y las personas usadas

Dalai Lama

Los seres humanos venimos dotados con la capacidad de reconocer el dolor de los otros y espontáneamente ofrecer solidaridad, cariño y compasión, también estamos diseñados para sentir alegría y regocijo con la felicidad de los demás y sencillamente celebrar.

Sin embargo, nuestras tradiciones patriarcales nos conminan a vivir aceptando que estamos  divididos en amigos y enemigos.  ¡Nada mas peligroso!

Al identificarnos con esta definición de “convivencia”  dejamos de ponerle atención a los cambios que experimentamos, en nuestros valores y en nuestras emociones, cuando alguien que es de distinta raza, género o ingresos se nos acerca.

Sin mayor reflexión es posible que  nos autoricemos a sentir desde indiferencia hasta rechazo, pasando por  la descortesía y  la descalificación, incluso podríamos llegar a  pronunciar frases de desprecio que buscan  la confrontación y  el odio. Y aún así nos creemos personas democráticas o creyentes en el respeto y el amor. 

Hoy cuando  los colombianos nos damos cuenta de que estamos polarizados  mas de uno  lanza voces de alarma, ven el peligro que tiene para nuestra existencia    despreciar, desprestigiar y hasta matar a todo aquel que no sea como nosotros.  

Y es que, basta comenzar a suponer que en realidad la otra persona, la que no es como nosotros, vale un poco menos para que iniciemos el tortuoso proceso de la deshumanización, camino que desde luego es de dos vías: “cuando deshumanizo al otro también me deshumanizo a mi”. 

En contra de nuestra esencia hemos aprendimos a evitar que los dolores de los que creemos diferentes desencadenen nuestra empatía, la solidaridad es solo para los “propios” o los iguales.

Mas grave aún, es suficiente que  el otro, ya sea que lo veamos igual o diferente y con independencia de sus necesidades o dolores, requiera que compartamos  nuestros posesiones: tierra, dinero, saberes, poder, éxito o afectos para que se  transforma en enemigo. En consecuencia, su dolor ya no nos interesa y paulatinamente su vida tampoco. ¡La deshumanización ya se apoderó de nosotros!

Ya hemos convertido a una persona en cosa inútil y las posesiones en “seres”  dignos  de amor, por esta via es posible matar sin remordimiento.

Podemos deshumanizar y ser deshumanizados, aplicando distintos prejuicios: por ser mujeres, hombres de distinto color o de diferente ideología o distintos ingresos. La existencia de todos esta amenazada.

Solo una sociedad que se mantiene en contacto con el dolor de los que suponemos diferentes tiene futuro, solo cuando ofrece a quien imaginamos diferente un respeto igual al que esperamos recibir podremos convivir en paz.

 

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