Publicidad

Ideología y elecciones

María Emma Wills
22 de febrero de 2009 - 03:00 a. m.

EN CONTRAVÍA DE QUIENES PIENSAN que los partidos están en crisis, en los últimos años, como efecto de la reforma de 2003, estas organizaciones se han visto forzadas a detener su fragmentación y articular sus distintas facciones.

En principio, estos esfuerzos responden a exigencias de las reglas de juego político: el umbral y la lista única obligan a los políticos a coordinarse entre sí.

Pero no sólo los cálculos electorales explican los reagrupamientos políticos. A raíz de los altos índices de popularidad del Presidente, de las políticas de seguridad democrática que ha impulsado y del marco interpretativo sobre el conflicto armado que ha propuesto —terroristas contra la sociedad—, las fuerzas políticas se han visto obligadas a pensar cuál es el sello político con el que quieren ser reconocidas por el electorado. ¿Son ellas ‘continuistas’ de las estrategias uribistas? ¿Proponen una ruptura? Y si proponen una ruptura, ¿en qué sentido lo hacen?

Por estas razones, los congresos partidistas que se avecinan son espacios para la definición de candidatos y las cábalas electorales, pero también para la discusión ideológica. Por ejemplo, el congreso del Polo enfrenta no sólo la elección de sus candidatos a presidenciales, sino también su definición ante un tema espinoso: la combinación de todas las formas de lucha.

Para enfrentar esta discusión con los pies en la tierra, es necesario que el Polo tenga en cuenta que quienes van a votar por primera vez en 2010 no habían nacido cuando se produjo el drama del Palacio de Justicia, quizá no han oído hablar del Frente Nacional ni tienen en su radar el concepto de ‘democracia restringida’. Son realmente la generación post-Constitución de 1991, post-caída del Muro de Berlín y post 11 de septiembre.

Además de la juventud que llega a las urnas, la combinación de todas las formas de lucha fue un argumento duramente criticado por una izquierda que no quiere sacrificar el pluralismo a nombre de la igualdad y que por tanto defiende los procesos electorales como la ruta idónea para realizar cambios sobre la realidad. Por otra parte, la combinación de todas las formas de lucha también mostró en Colombia sus limitaciones internas, pues derivó en la perversión del uso de las armas. Éstas, más que ser herramientas de emancipación, se han convertido en maldiciones, tanto para quienes las portan como para quienes las padecen.

El Polo tiene el desafío de fijar una posición diáfana ante esa estrategia. O la condena y con esa condena les manda una señal a las Farc de que reprueba el camino al que esa guerrilla se aferra y declara que no es su aliado, ni en el terreno ideológico, ni en el político ni en el social. O por el contrario, se posiciona de manera confusa ante la opinión.

La discusión interna del Polo pasa también por debatir a fondo qué tanto adhiere a las tesis expresadas por el Partido Comunista Colombiano, una de las fuerzas de su coalición. Según el programa del PCC, ‘el régimen aplica diversos métodos de acción: la violencia directa y medidas reformistas, en una combinación de formas de dominación. Ante ello, el pueblo colombiano históricamente ha aplicado una multiplicidad de formas de lucha, desde las formas legales… y, frente a la imposición de la violencia militarista y oligárquica, también la lucha armada...’.  Y continúa: ‘En la medida que el régimen niegue una salida política e incremente el uso de la fuerza y los métodos fascistas de gobierno, el pueblo se ve obligado a utilizar formas de resistencia civil o armada de masas, dependiendo de su grado de organización y conciencia’. ¿Encuentra el Polo estos argumentos admisibles para la Colombia actual? Esa es la gran pregunta que muchos nos hacemos.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar