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¿Instituciones o personas?

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Santiago Montenegro
22 de noviembre de 2010 - 01:57 a. m.
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EN UN PANEL MUY INTERESANTE realizado la semana pasada para conmemorar los diez años de la democratización accionaria de ISA, Juan Carlos Echeverry, actual ministro de Hacienda y hace una década director del DNP, preguntó si este proceso tan exitoso fue la consecuencia de los arreglos institucionales o de la labor incansable, soñadora y casi heroica de sus protagonistas.

Todos los miembros del panel coincidieron en las dificilísimas circunstancias que enfrentaban, no sólo el sector eléctrico, sino todo el país. Hoy en día, después de constatar que la empresa multiplicó muchas veces su valor, transformó el mercado de capitales y se convirtió en ejemplo a seguir para otras entidades públicas colombianas, tendemos a olvidarnos de la situación de entonces. Cuando las acciones de ISA salieron al público, la seguridad parecía colapsar, la violencia arreciaba, la guerrilla volaba las torres de transmisión a lo largo y ancho del territorio, la tasa de homicidios, que había caído en la segunda mitad de los noventa, volvió a subir y lo mismo pasó con los secuestros. La macroeconomía, modelo en América Latina en las décadas anteriores, se derrumbó, el PIB por habitante permaneció estancado entre 1998 y 2002, el PIB total se contrajo 4,3% en 1999, el desempleo llegó al 20% y, como si todo esto fuera poco, Colombia perdió el grado de inversión a finales de 1999. Claramente, el entorno institucional no ayudaba y, por eso, los miembros del panel resaltaron la labor de las personas que lideraron la democratización, la gestación de su proceso, los obstáculos que encontraron y cómo vencieron tantas dificultades.

Todos los participantes, comenzando por el mismo Echeverry, Carlos Caballero, entonces ministro de Minas, y Augusto Acosta, presidente de la Bolsa de Bogotá, resaltaron el ímpetu, la determinación, el carisma y hasta la terquedad del gerente general de ISA de esa época, Javier Gutiérrez, hoy presidente de Ecopetrol. Después de escucharlos, se llega a la conclusión de que sin Javier Gutiérrez al frente de la empresa este proceso no hubiese podido materializarse. Por su parte, Gutiérrez explicó cómo el proceso había arrancado muchos años antes y se había frustrado por diferentes circunstancias. Argumentó que fue el producto del trabajo de un gran equipo dentro de la organización, del apoyo que recibió de su junta directiva, pero mencionó en especial el apoyo decidido que recibió del entonces ministro de Minas, Carlos Caballero. Pero, en su intervención, Javier Gutiérrez fue más allá de resaltar la labor clave de muchas personas dentro y fuera de la empresa al argumentar que en realidad todo se gestó en 1994, al final de la administración de César Gaviria, con la expedición de las leyes 142 y 143 de ese año, que revolucionaron la provisión de servicios públicos domiciliarios, y quizá pudo también mencionar la Ley 100, con la creación del régimen de ahorro individual, que permitió canalizar el ahorro pensional de los trabajadores a empresas como ISA, a Ecopetrol y a muchas otras.

La nueva normatividad permitió la participación del capital privado en las empresas del sector eléctrico, en telecomunicaciones y en agua potable, revolucionó su gobierno corporativo y puso fin a décadas de desgreño, clientelismo y corrupción en todos estos sectores. Por todas estas razones llegué a la conclusión de que tanto buenas personas como buenas instituciones son necesarias para lograr un resultado tan exitoso como el de ISA. Qué bueno sería que una revolución similar ocurriera pronto en otros sectores, como el de la infraestructura de transporte.

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