Javier Cercas y el autoritarismo

Guillermo González Uribe
01 de febrero de 2020 - 04:31 p. m.

Hace poco encontré a un escritor que pone en tela de juicio todo; incluso a sí mismo, desmenuzando hechos de la historia reciente. Se trata del español Javier Cercas en tres de sus obras: “El impostor”, “Soldados de Salamina” y “El monarca de las sombras”.

En estos trabajos (y en otros suyos) Cercas es coprotagonista de la historia, por la que desfilan también familiares o allegados suyos, mezclando en forma insospechada realidad y ficción. Él parte de sucesos muy divulgados, que al parecer no guardarían mayor interés para ser recontados, y realiza un intenso trabajo de investigación, en el que inmiscuye al lector, y durante el cual desentraña aristas desconocidas, y expone visiones de la existencia difíciles de imaginar.

No recuerdo cómo ni por qué llegó a mis manos “El impostor”. Desde que inicié la lectura comencé a pensar: “¿Qué tipo de libro es este? ¿Por qué me atrapa? ¿De dónde proviene la manera de contar? Fue así como se convirtió en una especie de obsesión el relato sobre un supuesto héroe de la resistencia española que resultó ser un impostor. Cercas, quien es el propio narrador, indaga, se pregunta y nos pregunta, ¿quién es realmente impostor? Busca mirarse y nos lleva a mirarnos. Introduce la duda a cada momento. Abre las puertas a diversas interpretaciones. Conduce a dejar al descubierto nuestras propias imposturas.

Vino luego “Soldados de Salamina”, la obra que llevó al reconocimiento público del novelista. Aparentemente el personaje central es un dirigente político cofundador del partido de extrema derecha Falange; que fue fusilado, pero se salvó. La obra abre el interrogante sobre las razones del soldado republicano que salva al falangista; sobre los héroes anónimos, e igualmente, sobre las crisis personales y el sentido de la vida y la creación. De nuevo las ganas de saber en cada página qué pasará después.

En el tercero de los libros, “El monarca de las sombras”, el autor bucea en el pasado falangista de su familia, y escudriña cómo, en una España que se abría a la democracia en los años treinta, ocurrieron situaciones que condujeron a la instauración de la eterna y férrea dictadura franquista. Aquí está presente el propio Javier Cercas como un personaje nombrado por el escritor, como si fuera un otro yo.

Me detengo, dejando a un lado lo literario, para ir a un fragmento del libro que me regresó a Colombia: “En estas circunstancias la II República no podía permitirse el lujo de cometer errores; por lo menos grandes errores… obró con candor, con torpeza, a veces con dogmatismo y casi siempre con más buena voluntad y ambición que prudencia, emprendió las reformas que necesitaba el país de forma simultánea… sin medir con realismo la propia fortaleza de sus oponentes y generando unas expectativas imposibles de satisfacer entre sus partidarios, sobre todo entre… los más menesterosos e izquierdistas… fue un error fatal. Porque, frustrados y exasperados por la lentitud de las reformas y por la intransigencia sin fisuras de la derecha… empezaron a desconfiar de los métodos democráticos de la República e iniciaron un proceso de radicalización que los condujo al enfrentamiento violento y el motín sin esperanza, y que condujo a la Republica a perder a chorros el favor de aquella parte de la clase media que, aunque compartía muchos más intereses reales con los humillados y ofendidos que con la oligarquía y la iglesia católica, compartía (con estos últimos)… su amor supersticioso por el orden y las tradiciones y su miedo cerval a la revolución” (pp. 67 y 68).

Esa síntesis de la Guerra Civil Española lleva a reflexionar sobre lo que ha pasado frente al proceso de paz colombiano, al que se han opuesto fuerzas de derecha utilizando la difamación, y también al momento actual en que gobiernos locales alternativos buscan emprender procesos de cambio, mientras un sector de la izquierda que perdió poder en las recientes elecciones juega ciegamente a la oposición, al tiempo que la extrema derecha clama por el orden a partir de la represión, tapando con ello sus procedimientos corruptos, mientras busca socavar la democracia mediante la implementación del poder omnímodo de un caudillo, contrarreformas, y el desconocimiento cómplice del asesinato selectivo de líderes sociales.

Volviendo a Cercas, él parece hablar de unos personajes concretos, de la historia de un país, el suyo, pero además de eso, realmente lleva a pensar sobre la condición humana, la política, las guerras y la propia existencia, individual y en sociedad.

 

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