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Juan Manuel Mockus

14 de noviembre de 2010 - 09:53 p. m.

El presidente Juan Manuel Santos ha confesado que su gran aspiración es ser profesor.

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De hecho, su hijo mayor al parecer comparte esa ambición, pues en la celebración del 31 de octubre se disfrazó como Antanas Mockus, aunque esto podría ser muestra de la transmutación política que se ha dado después del 7 de agosto, a propósito de los primeros cien días de gobierno.

Algunos analistas han coincidido que si bien el presidente Santos ganó con el respaldo de Álvaro Uribe, hasta el momento ha gobernado con la agenda de los opositores del ex presidente. Nombrar en su gabinete a personas como Germán Vargas Lleras, a quien le achacan el fracaso de la reelección de Uribe, o a Juan Camilo Restrepo, uno de los principales críticos de la administración pasada; el cambio de terna para fiscal general que podría otorgar más independencia en las investigaciones, el impulso a las leyes de tierras y de víctimas, la intervención en entidades a todas luces corruptas, como la Dirección Nacional de Estupefacientes y Fondelibertad, eso sin mencionar las buenas relaciones con las Cortes y el respeto por el Poder Judicial, así como la libertad para no trabar investigaciones sobre espionaje gubernamental y contratos de última hora.

Antanas Mockus decía con toda razón, al saludar las nuevas relaciones entre Colombia y Venezuela, que si hubiera sido él quien le diera el abrazo a Hugo Chávez o lo hubiera llamado su “mejor nuevo amigo”, lo habrían tildado de traidor a la patria. No podemos olvidar cómo en la campaña presidencial, tan marcada por la publicidad sucia, se vieron pancartas ofensivas contra el candidato del Partido Verde, sólo por sugerir que era necesario restablecer las relaciones con el vecino país.

La naturaleza de la política es muy dinámica e imprevisible, quizás no les falte razón a quienes advirtieron en su momento que a Álvaro Uribe en vez de Juan Manuel Santos, jugador y apostador arriesgado, le hubiera convenido Antanas Mockus, un hombre comprometido con la palabra y transparente, previsible hasta cierto punto, alguien que le hubiera guardado mejor los famosos huevitos. En cualquier caso, resulta reconfortante la transmutación de Juan Manuel pasando de Santos a Mockus.

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 Diego Ordaz. Bogotá.

 

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