La autonomía universitaria y el liderazgo colectivo que requiere el país

Dolly Montoya Castaño
26 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

En 1957 nació la Asociación Colombiana de Universidades (Ascún), una organización que hoy reúne a 88 de las principales Instituciones de Educación Superior (IES), públicas y privadas, de nuestro país. Esta organización ha promovido desde su nacimiento la calidad académica, la búsqueda y difusión del conocimiento, la responsabilidad social de las IES y la autonomía universitaria. Ascún ha venido acompañando el desarrollo y fortalecimiento de nuestro sector desde la cooperación entre universidades, así como el establecimiento de fuertes vínculos con la sociedad y el Estado.

Esta semana albergamos en la Hemeroteca Nacional de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá la reunión del Consejo Nacional de Rectores de Ascún. El espacio se propuso debatir, junto a las autoridades de entidades como el Ministerio de Educación, Colciencias, Consejo Nacional de Acreditación e Icetex, los retos actuales de la política educativa, aseguramiento de la calidad, internacionalización, inspección y vigilancia, revolución 4.0, entre otros temas. Brevemente, compartiré los elementos generales planteados en el marco del evento y que, considero, son parte esencial del qué y el cómo transformar a Colombia desde la educación de calidad.

Quiero recordar que la misión fundamental de las universidades es la formación de ciudadanos integrales como agentes de cambio ético y cultural para sus comunidades, seres humanos capaces de construir canales de diálogo aún entre las más diversas posturas, conscientes que de la calidad de la comunicación depende la calidad de la convivencia. Un individuo con esas aptitudes es un ser autónomo.

Hay que señalar que autonomía es la capacidad de orientarse por los propios fines y principios, expresada en el ejercicio responsable de la libertad, asumiendo a esta (la libertad) como capacidad de elegir. Es decir que la autonomía es consecuencia del conocimiento que nos hace conscientes de las potencialidades y riesgos de nuestras elecciones, así que entre más conocemos, mejor elegimos y más autónomos somos.

El conocimiento por su naturaleza demanda de autonomía para ser generado, cuestionado o apropiado. Las sociedades avanzan en tanto se permite el libre desarrollo del conocimiento. En consecuencia, la autonomía universitaria es el reconocimiento de la sociedad a las universidades como un lugar de privilegio para la producción de conocimiento; ya sean innovaciones en artes, humanidades, ciencias sociales, naturales, técnicas o tecnologías, todas ellas enriquecen la vida material y simbólica de la sociedad. Así, las universidades, públicas y privadas, tenemos la responsabilidad de trabajar unidas, desde nuestra autonomía, pero cooperando para construir un liderazgo colectivo que además de fortalecer el sistema de educación, nos lleve con ello a aportar en el desarrollo y los cambios urgentes que reclama el país.

Este liderazgo colectivo se debe construir alrededor de acuerdos que nos permitan tener un norte. Aunque no sea novedoso, proponemos que ese “qué queremos” sea un país con educación flexible y abierta, con salidas y entradas en todos los niveles y para la paz. Entendiendo que sin educación no hay paz y sin paz no vamos a salir adelante, ambas son condiciones necesarias para nuestro buen progreso, hay que trabajarlas juntas desde las realidades y contextos de las regiones y territorios. Paz y educación se deben construir desde las diferencias y potencialidades de cada localidad.

Educar para la paz es educar desde el ser y no desde el tener. Los ciudadanos que apropien esto podrán disfrutar de la paz que empieza en cada uno y se manifiesta en nuestra forma de relacionarnos con la comunidad y la naturaleza. Tener es una consecuencia ética del ser y no al revés, una buena educación va a garantizar bienestar social y beneficio económico para las comunidades de nuestro país.

El “cómo lo haremos” implica reconocer el mundo globalizado en el que nos encontramos y situarnos en nuestras ventajas comparativas que son la biodiversidad y el recurso humano con toda su riqueza cultural. Nuestra apuesta al futuro se debe basar en cuidar, promover y potenciar estas ventajas. Si entre más y mejor conocemos, mejor elegimos, nuestra estrategia debe apuntar a hacer del conocimiento parte de la vida cotidiana de nuestra población. Para ello, debemos trabajar en el marco de un Sistema Nacional de Innovación que integre y articule a comunidades académicas, a sectores productivos, a comunidades organizadas y al Estado.

Reconocemos que se vienen dando pasos en esa dirección. La Misión de Sabios, creada por el actual gobierno y, respaldada por varias universidades que servimos de ancla, es hoy uno de los escenarios que está construyendo insumos para trabajar articuladamente en estos grandes objetivos nacionales de paz, educación, desarrollo, equidad, sostenibilidad y que, además, incluyen compromisos internacionales de nuestro país como los Objetivos del Milenio. En el marco de las discusiones y de los ocho focos de trabajo de la Misión de Sabios, se destaca la bioeconomía, pues se basa precisamente en el cuidado y potenciamiento de las ventajas comparativas de biodiversidad y recurso humano. Esta es una estrategia en donde el conocimiento y la investigación nos permitirán aprovechar los recursos naturales para beneficiar a nuestra población, valorando y protegiendo la biodiversidad.

Así como formar en autonomía a los jóvenes implica que estos sean más conscientes de su realidad y de la responsabilidad de sus elecciones, cualificando su capacidad de establecer nuevos diálogos, las universidades debemos tener claro que ningún propósito se hará realidad si no fortalecemos nuestra autonomía y, mediante ella, construimos puentes más firmes de cooperación institucional entre nosotras y con las comunidades, así como también entre el Sistema de Educación Superior y los demás sistemas de fomento a la investigación, la innovación y la competitividad del país.

Estoy convencida de que las discusiones de Ascún van por el camino que la sociedad espera, donde sus universidades, gestoras del conocimiento, la ciencia, el arte y la cultura ejercen un liderazgo colectivo que brinde las herramientas para que nuestras comunidades, instituciones y la sociedad en general puedan ser más autónoma, más libre, y desde el diálogo ético y transparente logré vivir en paz.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

@DollyMontoyaUN

 

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