La Michelada

La comida al desnudo

Michelle Arévalo Zuleta
06 de junio de 2019 - 05:00 a. m.

Un vestido transparente cubre su cuerpo de pies a cabeza, me deja ver a través de él, pero no puedo sentir su cuerpo, ni su aroma. Lo siento innecesario, pero empieza a molestarme aún más, cuando pienso los 400 años que tardará en descomponerse el vestido, y que la fruta a la cual viste quizás no dure más de 24 horas. 

Ni la contaminación, ni el calentamiento global son una mentira, la mentira, está en idea falsa que nos han vendido de facilitarnos la vida, con envases absurdos de frutas y verduras que ya cuentan con su propia protección natural. 
Mandarinas, ajos pelados y hasta huevos fritos empacados al vacio, nos hemos conducido por el camino del mínimo esfuerzo y el consumo indiscriminado de productos sin freno alguno, lastimosamente, muchos desconocen que  la cáscara de ninguna fruta tarda 400 años en descomponerse, el plástico que las recubre si. 

Una nueva tendencia puede ayudar a disminuir drásticamente nuestro impacto negativo sobre el medio ambiente y es “la comida al desnudo”, un  movimiento muy acertado a la hora de ayudar al planeta y que empezó  recientemente en Nueva Zelanda.
 «Food in the Nude» o alimentos desnudos en español, consiste en ponerle fin a los envases plásticos de los productos frescos del supermercado.

La eliminación de plásticos de un solo uso en los supermercados, lejos de acarrear pérdidas a estos establecimientos está empezando a generar justamente el efecto contrario. Así lo corrobora un supermercado de la cadena New World en Bishopdale (Nueva Zelanda), que está viendo cómo sus cifras de negocio están teniendo resultados positivos inesperados, nada descabellado de aplicar en Colombia, por eso me fui en busca de comida al desnudo por algunos mercados y definitivamente encontré nuevos lugares dignos de recomendar.

Metkalu, en la carrera 4ª # 57-41, abierto de 9:30 am a 8: 30 pm, en Chapinero alto. Un acogedor mercado que ofrece al público no solo productos orgánicos, sino una variedad de hortalizas  y verduras, que posan sobre estanterías hechas con madera reciclada, su nombre proviene del vocablo mercado en el dialecto indígena Wayuunaiki. Productos concientes, libres de plástico y provenientes de una agricultura limpia producida por madres cabeza de hogar, indígenas y pequeños granjeros, conscientes de proteger la fertilidad de la tierra sana alrededor del país. 


Clorofila ubicada en el Park Way: Cll 41 No 24-20,  nació primero en el campo y ahora es todo un mercado alternativo en la ciudad, basado en la agricultura limpia y en la producción casera, natural e integral como ellos mismos afirman y como pude comprobar, esta tienda como los mercados tradicionales y no como la mayoría de las grandes cadenas, permite al consumidor, tocar, oler y sentir cada producto que sostiene en su mano, es el lugar ideal para sentir como las frutas y verduras están frescas como recién sacadas de la tierra, lo que logra hacer consciente al consumidor de lo que está llevando. . Además de brindar asesoría, cuentan con un aviso explicativos  que  complementan la información de cada producto. Nuestros proveedores son una marca de garantía y compromiso. Llegamos a todos los lugares del país con su pedido telefónico.

Ahora si usted no quiere moverse de su casa, y quiere igual tener la comida desnuda a su alcance, puede hacerlo a través de Sembrandoconfianza.com, una alternativa online al mercado fresco y sin plásticos. Cada jueves facilitan la entrega a domicilio de productos responsables, tanto a nivel social como ecológico. Tienen una mezcla armoniosa de frutas, verduras, aromáticas, huevos recién cosechados y productos transformados artesanalmente. Trabajan con micro y pequeños productores de la ciudad, o de los pueblos cercanos, que se comprometen con una agricultura orgánica o limpia, libre de químicos. Entrando a la página e inscribiéndose puede empezar a apoyar alternativas locales con calidad en producto y responsables con el medio ambiente. 

Está claro que esta tendencia ha llegado para no solo para quedarse, sino para ponernos a pensar a todos. Como consumidores tenemos derecho a exigir calidad pero sobretodo, tenemos la obligación de velar porque estos productos que consumimos a diario, no estén generando innecesariamente un impacto aún mayor en el medio ambiente. Es hora que los grandes distribuidores y fabricantes también empiecen a  trabajar para reducir el plástico de sus líneas  y productos. El año 2025 es el horizonte que se han marcado para ganar esta batalla, sin mencionar que volver al mercado, es volver a usar los sentidos a través de cosas tan sencillas como escoger una fruta,  ya que recordamos el 1% de lo que tocamos, el 2% de lo que oímos, el 5% de lo que vemos, el 15% de lo que probamos y el 35% de lo que olemos, seamos conscientes de lo que consumimos. 

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