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La democracia occidental a toda costa

Columnista invitado EE
17 de septiembre de 2012 - 10:26 p. m.

La muerte del embajador de Estados Unidos, Chris Stevens, y de tres funcionarios norteamericanos en Bengasi, Libia, suscita el tema de la inviolabilidad de las reparticiones diplomáticas y consulares, ratificada en las Convenciones de Viena 1961-1963. El hecho ocurrido es un atentado contra la inmunidad diplomática y la soberanía territorial de EE.UU. y por eso reprochable en todas sus dimensiones.

El dolor del gobierno y del pueblo de EE.UU. nos recuerda los escombros del 11 de septiembre y la perversidad de la caza a Muamar Gadafi. El pretexto: la película La inocencia de los musulmanes, producida por un ciudadano estadounidense-israelita, en la cual se ofende al profeta Mahoma, opaca los verdaderos motivos de este “invierno árabe”.

Es importante señalar que la Primavera Árabe fue fuertemente apoyada por EE.UU., a partir de fisuras resultado de las contradicciones internas existentes en esa región del mundo, con objetivos estratégicos claros, los cuales no se extenderían a Arabia Saudita, mayor proveedor de petróleo en el mundo, y tampoco a Bahréin, en donde está ubicada la V Flota Naval de EE.UU., lo que les concede un carácter de inviolabilidad estratégica.

Hay que recordar que grupos terroristas como Al Qaeda y los talibanes surgieron cuando EE.UU. financió la lucha contra la invasión soviética en Afganistán, en la década de los noventa. Sadam Husein fue entrenado, armado y financiado por Occidente para mantener una guerra fratricida contra Irán. Husein solamente se convirtió en una amenaza regional cuando asumió actitudes nacionalistas que obstaculizaban objetivos específicos en el mundo árabe.

Últimamente se ha divulgado la creencia de que la Libia pos-Gadafi se ha convertido en una democracia. Sin embargo, no se menciona que tanto Libia como Siria son ahora países divididos en milicias y mercenarios y ni siquiera se dimensiona el odio engendrado por la intervención militar y mediática occidental en la Primavera Árabe.

Para nadie es un secreto el poder del componente religioso en las guerras; sin embargo, la caja de Pandora que se abre en la región y fuera de ella después de la muerte del embajador de EE.UU. puede ser un detonante incontrolable de una real confrontación de civilizaciones.

El presidente Obama afirmó que “EE.UU. jamás se retirará del mundo”. Qué bueno sería que se mantuviera en el mundo respetando la diversidad del mismo, que su democracia no fuera impuesta por bombas ni drones y su bandera de libertad recordara el canto libre de sus fundadores. Ojalá el presidente Obama hiciera todos los esfuerzos para dignificar su Premio Nobel de Paz y de esa forma generar una esperanza de democracia en el planeta.

 

*Beatriz Miranda

 

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