Publicidad

La esperanzaen un Nobel

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
14 de octubre de 2009 - 04:30 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Desde hace ya bastante tiempo, el Nobel en las categorías de Literatura y Paz dejó de ser un galardón a una obra para convertirse en un instrumento de carácter político.

Lo anterior parece confirmarlo la concepción del Premio Nobel de Paz 2009 al presidente estadounidense, Barack Obama, y a la escritora alemana Herta Müller, en Literatura.

Al mirar el listado de los nombres que este año llenaron las expectativas en ambas categorías, uno se pregunta cuáles han sido las contribuciones de Obama a la paz del planeta en sus nueve meses como mandatario de la primera nación del mundo, o qué aportes ha hecho la señora Müller a la literatura universal para merecer tan alto reconocimiento.

Bastaría sólo con nombrar a la señora Sima Samar, una activista que ha dedicado su vida a defender los derechos de la mujer en zonas de conflicto y quien lidera la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, o a la senadora Piedad Córdoba, que, aunque controvertida, merecía mucho más el galardón que Obama. En literatura, los nombres que formaban parte del listado eran verdaderos gigantes de las letras, maestros que han influido en muchas generaciones de nuevos escritores como el peruano Mario Vargas Llosa, el argentino Ernesto Sábato o el español Miguel Delibes, por citar sólo los de lengua castellana.

Si miramos con cuidado el registro cronológico de la concepción del Nobel en estas dos categorías, se puede advertir que han sido más los desaciertos que los aciertos. Es sabido que las políticas de la Fundación Nobel han venido cambiando en las últimas décadas, y más que el reconocimiento de una obra, lo que se busca es catapultar un nombre. De ahí que en literatura, históricos fundacionales como Joyce, Kafka o el mismo Borges hayan sido barrados de la lista de los académicos suecos, y desconocidas como la misma Müller lo hayan obtenido.

En el caso de Obama, el otorgamiento de la preciada medalla Nobel, acompañada de un millón de dólares, es un reconocimiento a un discurso pacífico y respetuoso. Una apuesta por un mundo de esperanzas, pero también por un planeta sin bombas nucleares.

 Joaquín Robles Zabala. Cartagena.

Envíe sus cartas a lector@elespectador.com

Por undefined

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.