La eterna soledad del DT

Antonio Casale
17 de febrero de 2020 - 02:24 a. m.

El estadio de Newells Old Boys de Rosario lleva el nombre de Marcelo Bielsa. En Argentina se transmiten por televisión los partidos de la segunda división de Inglaterra solamente porque el Loco dirige al Leeds. A pesar de que su especialidad es dirigir equipos que tienen escasas posibilidades de ser campeones, casi siempre logra dejar un buen recuerdo. Sin embargo, Bielsa siente vergüenza, según dijo en una rueda de prensa la semana pasada, cuando tiene que explicar algo, porque, por ejemplo en su país, se le tilda de vendehumo, es decir, encantador de serpientes.

A pesar de los reconocimientos de una mitad del mundo del balón, la otra mitad, la extrema resultadista, no lo soporta, por eso Bielsa se siente triste y dice que los técnicos son los seres más solos del fútbol. Puede tener razón. En Colombia, por ejemplo, la situación es dramática.

Sin tenerlos en cuenta en lo más mínimo, los directivos decidieron que este año los equipos de fútbol pueden llevar tan solo cinco jugadores al banco de suplentes. Un poco en retaliación por la protesta de los jugadores el año pasado, que casi termina en huelga, y otro poco para reducir costos de traslados, la decisión nada tuvo que ver con lo futbolístico. Mientras en las demás ligas del continente lo permitido es llevar siete suplentes, salvo en Brasil, que son 12, y países más pobres que el nuestro en materia futbolística, como Honduras, Nicaragua y Panamá, que autorizan siete, aquí les toca bandearse con cinco; si se quita al arquero emergente les quedan cuatro. Esto limita las posibilidades de armar un buen banco, que permita buscar variantes de peso para cambiar la historia de un partido.

Como si fuera poco, la norma de los extranjeros no puede ser peor. Se pueden inscribir cuatro foráneos, pero solamente pueden estar en la cancha tres. Se supone que los equipos traen jugadores de afuera porque están por encima del nivel, cuestan más y, en consecuencia, lo ideal es ponerlos a jugar. Pero no, uno de ellos tiene que peinar la leona obligatoriamente. Pobres técnicos, tener que gestionar los pucheros de un extranjero suplente es lo de menos, porque nunca pueden poner lo mejor de su repertorio en la cancha. Súmele que reciben jugadores juveniles en la categoría profesional que no se han acabado de formar, en muchos casos con deficiencias de fundamentación técnica y/o un alto estado de inmadurez mental.

Además, los directivos los cambian como fusibles. El semestre pasado, la mitad de los que comenzaron el torneo terminaron desempleados porque lo más fácil siempre será culpar al técnico. Despedir a 20 jugadores es imposible, y que los directivos asuman su responsabilidad, utópico. El puesto de técnico no depende de él, sino de sus hombres en la cancha, y ellos lo saben. Tal vez eso explique su eterna soledad.

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar