La importancia de ser políticamente incorrecto en la crisis

Gonzalo Hernández
21 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Priorizar –especialmente en las crisis– es fundamental, aunque sea necesario tener que enfrentar luego el malestar de aquellos que verán ignorados sus intereses más cercanos.

Pocos levantan la mano para decir que están siendo beneficiados por la pandemia, por supuesto. La mayoría de los ciudadanos anticipa, además, efectos negativos de largo plazo sobre sus ingresos. Por eso, incluso si es políticamente incorrecto decirlo, empieza a fatigar el sinnúmero de demandas individuales o gremiales por ayudas gubernamentales, en especial cuando vienen de grupos que siempre han abogado por un menor tamaño del Estado y por menos impuestos –conveniente amnesia transitoria–.

El Gobierno nacional y los gobiernos locales deben superar de inmediato la proliferación de decretos y apoyos dispersos, seguramente impulsados por el deseo político de estar en todas partes, de complacer a todo el mundo, de ser políticamente correctos y de ganar puntos de popularidad en diferentes grupos sociales.

Que no se confunda la defensa de un mayor gasto público en tiempos de crisis con una apología de un gasto tipo colibrí: que se pasea por todos los jardines electorales. Un gobierno local que no ha terminado de garantizar presupuestalmente las ayudas económicas y la entrega de alimentos a los estratos 1 y 2, no puede estar anunciando subsidios para el pago de servicios públicos en los estratos 3 y 4. Un Gobierno nacional que no ha logrado cubrir la bioseguridad del personal de la salud o las necesidades básicas de los más pobres, no debería estar dirigiendo recursos a los empresarios sin las respectivas garantías de que esos subsidios terminarán en las manos de los asalariados de más bajos ingresos.

Las autoridades nacionales y locales tienen la posibilidad de sumar a sus aciertos (innegables) la priorización de las necesidades de los ciudadanos y una administración secuencial de los retos. Cuando no haya más trapos rojos colgados por las familias que tienen hambre, independientemente de su estrato o del sector productivo en el que recibían ingresos, miramos si los siguientes en la lista son los empresarios del sector artístico o cultural, del sector hotelero o de los bares y las discotecas. La verdad, no creo que estos últimos sean los siguientes por atender (reconociendo su rol en la sociedad).

No hay duda de que la crisis es compleja y que los gobiernos juegan una partida de ajedrez con varios frentes abiertos. Sin embargo, por mucho que puedan relajarse las restricciones fiscales, los recursos no alcanzarán para todo. No hay certeza siquiera de cuánto tiempo durará esta situación. Los hogares más débiles y el sistema de salud deben estar en el primer lugar de la lista de prioridades. Eso es lo democrático, no la demagogia de que hay plata para todos.

Ph.D. en Economía, University of Massachusetts-Amherst. Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/)

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