La lección del Ajax

Jorge Tovar
13 de mayo de 2019 - 02:54 a. m.

Aquellos que nos enamoramos del juego del Barcelona de Guardiola, vimos en este Ajax versión 2019 la resurrección. Fue fútbol de toque, movimiento, presión y de amor por el balón. Este Ajax eliminado, bandera de una escuela que enamora a los líricos, deja una lección para el alicaído fútbol suramericano.

El Ajax es un gigante. Fue allá en donde se gestó el fútbol total, aquel que deslumbraría al mundo en la década de los 70. Fue entonces cuando logró tres veces el cetro continental en Europa. Fue además la base de la selección holandesa que maravilló en el Mundial de 1974 a pesar de perder increíblemente la final que ganaba al minuto dos.

Si ahora todos conocen la grandeza setentera del Ajax, pocos saben que el entonces inexistente fútbol holandés deslumbró por primera vez en 1966. Fue dos años después del debut de un tal Cruyff, ya en Copa de Europa, enfrentando al Liverpool del mítico Bill Shankly. La victoria del Ajax era tan probable como hoy la del campeón finlandés sobre el Liverpool. “¿Ajax?”, cuenta la leyenda que dijo Shankly, “es un líquido de limpieza”. Ajax ganó 5-1. Shankly prometió marcar siete en Anfield. Pero ese Ajax no era el Barcelona de Valverde. El empate a dos certificó el nacimiento de un equipo de genios.

Entonces y ahora el Ajax fue fuerte por su política de formación. Esquema que en 1995, con otra gran generación, y de la mano de Van Gaal, los llevó nuevamente al trono europeo. Precisamente aquel año, la globalización llegó de la mano de la sentencia Bosman: todo ciudadano europeo era libre de jugar en cualquier país de la Unión Europea. En Suramérica, aparecieron abuelos y bisabuelos españoles, italianos y griegos por doquier.

La consecuencia es una concentración de jugadores en pocos equipos que conlleva a un desperdicio de talento sin parangón en la historia. Los mejores no necesariamente juegan. James Rodríguez, por ejemplo, disputó 46 partidos con el Real Madrid tras triunfar en Brasil 2014. En una época en que los equipos disputan sesenta partidos al año, James nunca más alcanzó los cuarenta. Esta temporada ha participado en 28 partidos, generalmente menos de noventa minutos.

El Ajax (como cualquier equipo sudamericano) será desarmado por insaciables de nombre conocido. Tristemente el equipazo que podríamos disfrutar durante unos años no será más que un sueño. Pero llegó a semifinales del torneo más exclusivo del mundo, con un equipo cuya edad mediana es de 22 años. Ello a pesar de que su ingreso anual de 91 millones de euros es menor a lo que recibe el último de la Premier y a años luz del victorioso Tottenham (428 millones de euros). Compiten gracias a que dedican 12 millones de euros a las divisiones inferiores (13 % de los ingresos). El Ajax refleja el trabajo y el dinero bien invertido. Sudamérica, humillada y asustada en los últimos mundiales de clubes, bien podría estudiar aquel modelo. Ir más allá del corto plazo.

 

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