La polarización del país

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Felipe Zuleta Lleras
13 de mayo de 2018 - 06:00 a. m.
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Entra en su recta final la campaña presidencial hacia la primera vuelta. Por supuesto, la opinión pública está fatigada con el tema político, con los debates, con el exceso de presencia de los aspirantes en los medios, con la publicidad, con los insultos de lado y lado, con la variedad de propuestas y, lógicamente, con las mentiras de algunos de los candidatos.

En estos días alguien me decía que ojalá salgamos rápido de las dos vueltas y llegue pronto el 7 de agosto para que se acabe todo esto, empezando por la polarización entre los colombianos. Pues se equivoca mi interlocutor de marras, ya que el país quedará peor de dividido y fracturado a partir del inicio del próximo gobierno, sea este de derecha o de izquierda.

Y tan será así que desde ya se puede avizorar que, si les creemos a las encuestas, por un lado podría ganar Duque (Uribe) o por el otro Petro. A pesar de las encuestas, de las que dudo, estoy convencido que Germán Vargas o Humberto de la Calle serían magníficos presidentes. Por eso en esta oportunidad no les quiero dar credibilidad a las encuestas y prefiero creer que, al igual que pasó con el plebiscito, estarán totalmente equivocadas.

Volviendo a Petro y Uribe, desde ya me atrevo a soltar la hipótesis de que, independientemente de los resultados en las urnas, Petro en su paranoia dirá que hubo fraude. Es posible que no gane, y él lo sabe, por eso ya tiene a sus seguidores, muchos de ellos más radicales que él, empezando a ventilar la tesis de que el fraude está listo. Mire usted que Petro y el expresidente Uribe se sienten que están por encima de la ley y así lo han demostrado en múltiples ocasiones. A ambos los unen, vaya paradoja, varias cosas: la demagogia, la capacidad de mentir, el poder populista de convencimiento, el odio hacia sus detractores, sus discursos mesiánicos, su pasado aparentemente humilde, entre otros. Así las cosas, Petro se victimizará de todas maneras y Uribe tratará, en caso de ganar Duque, de tomar sus vengancitas, que no serán pocas.

Lamentable que lo único que los une son los odios de todos contra todos. No parece ser viable una nación tan polarizada, herida y fragmentada. Los efectos de la guerra de medio siglo tardarán años en sanarse lo cual, obviamente, sería más fácil si nuestra clase dirigente hiciera un alto en el camino y reflexionara. Eso por supuesto no es posible, porque a esa clase dirigente lo único que le importa es el poder por el poder. No de otra manera se explica que en el país del Sagrado Corazón se sigan muriendo niños de desnutrición, se abuse o violen a siete menores de edad al día y las ratas corruptas se roben 50 billones de pesos. ¡Qué tristeza!

Notícula. Ojalá que en el proceso penal que se le sigue a Roberto Prieto, exgerente de las campañas presidenciales de Santos, las pruebas sean contundentes. Asumo que es inocente mientras no se pruebe lo contrario. Pero de probarse, la pena debe ser ejemplarizante por su posición privilegiada en la sociedad.

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