La primera vicepresidenta de Colombia y la economía

José Manuel Restrepo
01 de julio de 2018 - 02:00 a. m.

La calificadora de riesgos Fitch Ratings ha sido la primera que se pronuncia desde la elección del nuevo presidente de los colombianos. Lo hizo para dejar tres mensajes distintos. De una lado para destacar los avances que en materia económica se han venido logrando y que representan activos importantes a preservar, también para expresar los desafíos que alcanzan a identificar para el nuevo gobierno y, finalmente, para hacer presentes las incertidumbres que es necesario aclarar de cara al futuro del país. De lo primero dejan en claro que el país ha sido muy exitoso en una política macroeconómica que ha sabido controlar la inflación y que ha sido consecuente con una política de tasa de cambio flexible, ambos asuntos que han garantizado consistencia, confiabilidad y credibilidad al manejo económico.

Respecto de lo segundo, manifiestan, como ya lo sabíamos, que el gran reto macroeconómico del país es encontrar nuevas fuentes de crecimiento y a la vez lograr sostenibilidad y consolidación fiscal, que nos permita alcanzar un déficit en 2019 de -2,4 %. Sin duda, este es el gran reto del presidente Iván Duque: obtener tasas de crecimiento superiores al 5 % y a la vez lograr una reducción del gasto público del orden del 10 % sin sacrificar la inversión, así como aumentar el control de la evasión hasta incrementar la base tributaria de forma tal que recaudemos hasta $20 billones en cuatro años; y, finalmente, haciendo más competitivo nuestro sistema tributario a las empresas reduciendo el impuesto de renta. Lo anterior no es sólo un desafío para Fitch, sino que lo es para todos los conocedores de la economía colombiana. De lograrse, sin duda, el presidente Duque merecería un lugar privilegiado en el futuro del país y será recordado como una figura representativa de nuestro devenir económico.

Y, finalmente, el tercer mensaje es a encontrar rápidas y claras respuestas a las incertidumbres que se plantean con la implementación del proceso de paz, de tal forma que la salida que se plantee motive la confianza de nuevos inversionistas nacionales e internacionales.

Dicho lo anterior, me permito complementar las recomendaciones con dos desafíos adicionales, de aquellos que las calificadoras de riesgo pasan de largo (muchas veces por su propia mirada puntual), por cuanto se trata de verdaderos problemas de muy largo plazo de nuestra economía y que transversalmente son determinantes de lo que quiere Fitch. Me refiero a elevar la productividad (y con ello la competitividad del país) y simultáneamente el logro de mejores resultados en equidad, que entre otras den respuesta a esa mayoría de poblaciones donde ganó el contendor del presidente Duque y donde efectivamente se requieren respuestas urgentes y distintas.

Positivo y esperanzador sería ver a la nueva vicepresidenta de Colombia, Marta Lucía Ramírez, como directa responsable del nuevo gobierno, de mejorar los resultados de equidad, de productividad y de competitividad. Algo así como una superministra directamente responsable de articular políticas y la tarea de otras carteras, alrededor de mejorar nuestra posición competitiva y productiva, y simultáneamente demostrando que lo anterior no es incompatible con mejoras en equidad.

Como lo demuestra Zia Qureshi, senior fellow de Brookings Institute, “la tecnología es un poderoso motor de la productividad, del crecimiento económico de largo plazo y de la mejora en las condiciones de vida”. Pero para lograr lo anterior se necesita una especial atención a la gestión de las políticas de innovación, a las instituciones y a la forma como se implementen las nuevas tecnologías. Dicho de otra manera, se necesita un especial liderazgo para que este sea un círculo virtuoso, buscando que la forma como se implementen las políticas, “esté a la altura de los retos de la era digital”

Así como el anterior vicepresidente ejerció con éxito el liderazgo de los avances en infraestructura, qué bueno sería que la primera vicepresidenta de Colombia se enfoque en liderar, coordinar y articular mejor la política pública para lograr equidad, incrementar la productividad del país y lograr lo que no hemos hecho en 15 años: elevar nuestra posición competitiva a nivel internacional. Sin duda ella tendría las competencias, los conocimientos y la capacidad de liderazgo de sobra para hacerlo.

 

 

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