Sirirí

La procesión prohibida

Mario Fernando Prado
07 de abril de 2017 - 02:00 a. m.

Hay gran revuelo en Popayán por una procesión que finalmente podrá desfilar por sus calles sempiternas y no se quedará con los crespos hechos pagando bodegaje el resto de sus días como lo quisieron quienes se opusieron a su realización.

Sucede y acontece que el arquitecto semanasantero y decano procesional Luis Eduardo Ayerbe, luego de haber regalado no sé cuántos pasos para este evento que es patrimonio de la humanidad, decidió revivir la procesión del Lunes Santo.

De su propio pecunio y con la colaboración de un puñado de patojos, se dio a la tarea dispendiosa de armar los 12 pasos y conformar una procesión con todas las de la ley y a la altura de las que desfilan los días siguientes. En un principio, muchos creyeron que era un embeleco más de Luisito, como picaronamente le llaman algunos de sus amigos.

Pero la cosa fue en serio y ante los ojos entre incrédulos e impávidos de quienes le apostaban a que iba a fracasar en el intento, Ayerbe recurrió a la junta que rige estos sacros desfiles seguro de encontrar la aceptación y complacencia de sus coterráneos, y no.

Una serie de obstáculos le fueron apareciendo hasta que la cosa pasó a mayores, con argumentos valederos para ellos, pero incomprensibles para él, a los que se sumaron el baculazo del arzobispo, la desaprobación del guardián de la heredad y la amenaza del bolillo policial lo que pudo haber terminado como mínimo en una excomunión colectiva y como máximo en una revuelta social y un carcelazo para Ayerbe, para los cargueros y para toda la parafernalia que una procesión de estas conlleva.

Así las cosas, Luisito mostró los dientes y busco apoyo en sus parlamentarios y políticos amigos, amén de la guardia indígena y lo que llaman “pueblo” para, contra viento y marea, sacar sus pasos este lunes desafiando así al clero y a las autoridades civiles y militares que tampoco querían dar su brazo a torcer.

La procesión sale porque sale y que se atengan a las consecuencias si lo impiden, porque con el pueblo y con los indios no se juega, me han dicho que dijo. Lo anterior hizo entonces que el alcalde Christian Gómez recapacitara y finalmente determinó, como máxima autoridad payanesa, que la procesión de Luis Eduardo Ayerbe —y que pasará a la historia como tal— salga y santifique a la ciudad blanca como inicio de su Semana Mayor.

Y claro, pueblo pequeño, infierno grande: toda la escandalera que se formó ha creado tal expectativa que la procesión del próximo lunes estará “como para alquilar balcón”.

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