La “Ruta de la Corrupción”

Pablo Felipe Robledo
31 de julio de 2019 - 05:00 a. m.

Para algunos, la Ruta del Sol 2 es uno más de los muchos escándalos de corrupción que han conmocionado a la opinión pública hastiada del comportamiento indecoroso y criminal de políticos, funcionarios y empresarios en torno a la contratación en Colombia.

En mi opinión, la Ruta del Sol es más que eso, es la “Ruta de la Corrupción”. Es un símbolo que, como ningún otro, nos enseña que en la contratación pública todo es vergonzoso.

La Ruta del Sol 2 ha tenido de todo en materia de corrupción: desde el soborno al entonces viceministro por las empresas de Odebrecht y de Sarmiento, hasta el penoso acuerdo con el que el gobierno Duque, a través de la ANI y el Ministerio de Transporte, pretendía pagar con recursos de los colombianos las deudas del corrupto concesionario con los bancos.

Los hechos de corrupción y tráfico de influencias por los que ha atravesado la Ruta del Sol 2 son difíciles de enumerar. Por eso, me dedicaré solo a algunos, como para que, ahora que el Gobierno por fin echó para atrás su irresponsable intento de pagarles a los bancos antes del laudo arbitral, no se nos vayan a quedar en el olvido.

Por un lado, el conflicto de intereses entre uno de los proponentes y la estructuradora del proyecto, es decir, entre los esposos María Victoria Guarín, de la IFC del Banco Mundial, y Diego Solano, vicepresidente de Aval, conflicto que jamás le importó a alguien, ni siquiera a Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, quien lo consintió y solo le fue relevante cuando el conflicto de intereses salió a la luz pública en una audiencia, pero para preocuparse de que por eso les echaran para atrás una eventual adjudicación. Esta situación, además, llevó a la celebración de reuniones clandestinas con Odebrecht, que incluso tuvieron como efecto la modificación de los términos de la licitación con la expedición de un decreto en el gobierno Uribe.

Por otro lado, el soborno de USD 6,5 millones pagado por las empresas de Odebrecht y Sarmiento al entonces viceministro del gobierno Uribe Gabriel García Morales, para torcer a favor de los sobornadores la licitación y adjudicación, que condujo no solo a que Odebrecht-Sarmiento “ganaran” el contrato, sino a que al final hubiese proponente único a quien adjudicárselo, ante el retiro del Grupo Nule y, lo más grave, ante la inhabilitación al consorcio liderado por la firma española OHL, al cual el sobornado viceministro descalificó bajo la absurda tesis de que la experiencia en construcción de obras de infraestructura ferrovial no era procedente. Con esto, Odebrecht-Sarmiento quedaron como proponente único y el Estado le adjudicó no a OHL, que hacía la obra por $1,8 billones, sino a los corruptos Odebrecht-Sarmiento, por $2,2 billones.

En este caso de la Ruta del Sol 2, la corrupción nos llevó, incluso, a adjudicar el contrato al peor postor, al más caro. ¿Ya entienden entonces que es con la plata de los colombianos que los contratistas pagan los sobornos y desvían recursos para las campañas? Sobornos, leído al revés: “sonrobos”.

 

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