La ruta negra de la belleza

Piedad Bonnett
29 de abril de 2017 - 04:36 a. m.

“Doctor, yo quería preguntar si es normal que me sienta tan asfixiada como para levantarme. Al hacer algo ahí mismo me siento como ahogada, ¿en este caso qué… qué haría? Me siento súper agitada, no puedo respirar bien. ¿Qué hago en este caso?”. Una cosa es leer estas palabras, y otra oírselas pronunciar, con voz agobiada y entrecortada, en los mensajes de WhatsApp que quedaron grabados, a Ximena, una jovencita de 21 años que luchaba ya con la muerte después de un procedimiento de glúteos hecho en un spa de Medellín. La historia es el resultado de una investigación de Charlotte de Beauvoir y Juan Camilo Chávez, dos periodistas y profesores de la universidad de los Andes, y cualquiera puede escucharla con todos sus detalles en Radio Ambulante (oprima aquí), un podcast que cuenta historias latinoamericanas, distribuido para toda América por NPR, la radio pública norteamericana.

Al spa, situado en un centro comercial en el lujoso barrio El Poblado, llegó Jimena antes de la Semana Santa de 2016, a hacerse a escondidas lo que tantas colombianas: un procedimiento estético para verse más voluptuosa, arriesgándose, al escoger la “ruta negra” o ilegal, la deformidad o la muerte. La historia nos saca lágrimas: las llamadas desesperadas de la joven (“doctor, creo que estoy tosiendo sangre”), los consejos absurdos de Rafael Nieto, el supuesto médico (“tómate la desloratadina y respira pausadamente”), el viacrucis de no poder pagar en los hospitales sumas que Ximena no tenía por ser un procedimiento que no cubren las EPS, la agonía final, el dolor de la familia, la muerte. Las investigaciones de las autoridades revelaron que la dueña del spa, Nubia D´Lavalle, es peluquera, su hijo Rafael chef de cocina, su nuera una cosmetóloga. Ese equipo especializado era el que hacía las cirugías.

Es fácil culpar de estupidez a personas como Ximena. Pero la porción de culpa que le cabe a una jovencita inmadura es mínima frente a la de sus cínicos verdugos, y a la de unas autoridades que no han creado mecanismos eficaces para detener una oferta que, por sus precios, siempre tendrá demanda. Medellín, “la más educada”, se vende también como destino de “turismo médico estético”. Pero esto no pasa sólo en esa ciudad. Se calcula que al menos 14 mujeres murieron en 2016 por procedimientos estéticos mal hechos. Pero resulta que estas muertes son consideradas “culposas”, o sea no premeditadas, y que a los falsos médicos no se les puede emitir orden de captura ni llevarlos a la cárcel sin que haya un juicio. Que la ley que pretende regular estas prácticas “médicas” se ha caído ya dos veces en el Congreso, y que, como siempre, hay corrupción en todas las instancias: campaneros conchabados con la Policía, funcionarios que reciben dinero para aprobar convalidaciones. Rafael Nieto está siendo investigado, pero sigue libre. Y el spa de Nubia D´Lavalle —que ha sido cerrado tres veces— resucita siempre con distinto nombre. Una de las afirmaciones de Charlotte de Beauvoir estremece: “…la ley está muy atrasada en términos de medicina. Por ejemplo hoy, con la ausencia de regulación que hay en la ley, un cirujano plástico puede, por ejemplo, operar un tumor cerebral si el paciente está de acuerdo. Eso no sería ilegal”.

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