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Andrés Oppenheimer en su reciente libro Basta de historias dice que la educación es algo demasiado importante como para dejársela a los gobiernos. No son manifestaciones de arrogancia académica, más bien lo contrario.
En los ministerios frecuentemente hay tres personas (ministro y viceministros) inteligentes, pero que han sido nombradas por estar de acuerdo entre ellas y con el gobierno. Hay además otros funcionarios competentes y obedientes. Esto hace a los ministerios susceptibles a las modas de pensamiento y a conceptos de entidades internacionales.
Las universidades también son susceptibles a las modas intelectuales, pero por cada grupo que las siga habrá cuatro o cinco que argumenten en contra. La obediencia, además, es un fenómeno exótico prácticamente inexistente. Cuando la hubo fue en épocas de histeria colectiva y de catástrofes humanitarias. El resultado es que la universidad duda, pero por eso se equivoca menos y es más sensible a señales externas.
Todo esto viene a cuento por la manera como el Gobierno ha construido el proyecto de reforma de Ley 30 (una nueva Ley de Educación Superior) y el Plan de Acción Sectorial para los próximos años. Nadie sueña con un consenso entre el Gobierno y los grupos universitarios. No es ni posible ni deseable. Pero una discusión previa puede generar buenas ideas. Puede examinar su consistencia lógica, su concordancia con los hechos y con la realidad en distintos sistemas y modelos; puede dar indicaciones de la medida en que son aceptables y de la factibilidad de su apropiación. No planteo que las consultas previas con las universidades sean requisito o condición para el Gobierno. Me atrevo, sin embargo, a pensar que habrían sido útiles.
Muy distinta es la presentación a posteriori para comentarios y eventualmente para la discusión en el proceso parlamentario. En 2010 hubo algunas reflexiones en la Asociación Colombiana de Universidades. Sin embargo, sus resultados sobre tipología, autonomía universitaria y estructura de la financiación no parecen estar reflejadas en el proyecto, ni en los detalles que se han elaborado a puerta cerrada, con menos filtraciones que las de Wikileaks.
Lástima; el Gobierno está perdiendo la oportunidad de ir más rápido andando un poco más despacio.
* Rector Universidad Nacional.