Las “joyas” que quieren sacar a Mockus del Congreso

Cecilia Orozco Tascón
25 de julio de 2018 - 04:00 a. m.

¿Por qué hay tanto interés en sacar a Mockus del Congreso? No parece que su presencia en el Capitolio signifique un peligro para el statu quo político allí representado, o para el poder de los eljach, de los cruz y demás secretarios que manejan presupuesto, puestos, preferencias y oficinas; no es el lobo que brincaría sobre su presa con las fauces abiertas para liquidarla, abriendo su yugular, como lo harían los miembros de la bancada del Centro Democrático con sus opuestos ideológicos; no es uno de los abogados patanes —distinguido por el jefe máximo de ese partido con su amistad íntima—, a quien el profesor pudiera correrle la silla en los almuerzos, comidas y parrandas que suelen ofrecer; Mockus no competiría ni pondría a los verdes a competir con la rapiña de puestos ante el Gobierno Nacional o ante las administraciones departamentales y municipales; no pediría a su nombre, o de otros, contratos para quedarse con los dineros de los pacientes, la comida de los niños o la vivienda de los desplazados… No cambiaría de uribista a santista ni de santista propaz a a uribista-duquista antipaz.

Entonces, ¿cuál es el temor que Mockus despierta y que ha movido 1. A rumorar, desde cuando se postuló, que estaba impedido por ser un incapaz físico —¡qué ruindad!—. 2. A pelearle sus votos, durante el escrutinio, para favorecer a quienes no alcanzaron curul ni con sus trampas. 3. A demandar su credencial de senador ante el Consejo Electoral y a incidir, contra él, con los miembros de ese organismo. 4. A presentar, esta semana, dos demandas más en el Consejo de Estado para que pierda su investidura? Como si faltara algo en esta batalla campal contra el académico, al que miraban con desdén hasta cuando fue elegido por más de medio millón de seguidores, Ernesto Macías, ungido presidente del Congreso que Álvaro Uribe escogió pese a ser hombre gris y sin mérito alguno, anunció solemnemente que la “Comisión de Ética” del Congreso (sorpréndase, existe una) iniciará una investigación disciplinaria para examinar si el profesor violó la majestad de la patria por haber mostrado las nalgas durante la instalación de la legislatura como acto de protesta porque nadie escuchaba al presidente saliente de esa corporación, Efraín Cepeda. ¡Crimen de lesa humanidad que debe ser castigado con la máxima pena!

Obviemos la historia sobre los patrocinadores de los intentos anteriores de “neutralizar” a Antanas Mockus. Y concentrémonos en los demandantes recientes ante el Consejo de Estado: José Manuel Abuchaibe, uno de ellos y mismo demandante ante el Consejo Electoral, es un abogado que ha oscilado entre el litigio, en defensa de personajes tenebrosos, y el ejercicio político. Según artículo bien fundamentado de la ONG Pares en su página web, Abuchaibe, además de haber sido varias veces concejal, secretario de Gobernación y gobernador encargado en Guajira, tiene reconocidos y públicos lazos de amistad y solidaridad con Francisco “Kiko” Gómez, exmandatario de ese departamento, quien purga 55 años de prisión por mandar a matar a su rival política Yandra Brito, a su esposo y a su escolta personal. El amigo del demandante de Mockus, “Kiko” Gómez, paga, poca cosa, pena de 40 años como autor del asesinato del concejal de Barrancas, Luis López Peralta, un valiente que se opuso, en solitario, a este criminal en su propia tierra. Abuchaibe escribió sobre el múltiple homicida, expresando su solidaridad con este: “Kiko resulta ser de las personas que gozan del aprecio de un pueblo por sus condiciones excepcionales y humanas… entrar a juzgar(lo) por los cargos que hoy afronta ante la justicia es más bien perder el tiempo”. Abuchaibe ha sido, también, abogado de otra exgobernadora de la Guajira, Oneida Pinto, que enfrenta juicios por corrupción en contratos de salud para niños. El segundo demandante del profesor es el abogado cordobés Eduardo Padilla a quien la Procuraduría investiga por sus actos como defensor de la IPS Funtierra, envuelta en presunta defraudación de más de $6.000 millones para terapias inexistentes o inconclusas a pacientes discapacitados, según denuncia de la Contraloría. Pregunto de nuevo: ¿por qué les interesa a estos señores, en representación seguramente de otros, “neutralizar” a Mockus? ¿Será solo porque no soportan la energía diaria del símbolo de la moralidad pública colombiana en el centro de la corrupción del poder?

 

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