A este punto aciago de la historia nacional llegamos, como diría don Miguel Hernández, con tres heridas. La primera empezó con el plebiscito. La gran mayoría de la población quería la paz, así tuviera reparos, pero como suele pasar con estos mecanismos de participación, que dependen más del estado emocional del día en que se vota que del real querer de la gente, el resultado fue adverso para el Gobierno y para la paz. Las mentiras de la campaña del No, la ingenuidad del Gobierno (creyó tener el triunfo en el bolsillo), el cansancio de la gente con las noticias del proceso de paz, el disgusto de muchos con el protagonismo de las...
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