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Lecto-escritura

José Fernando Isaza
27 de junio de 2012 - 11:00 p. m.

Son conocidos los pobres resultados que tienen los estudiantes colombianos en comprensión de lectura en las pruebas internacionales PISA y en las nacionales Saber 11 y Saber pro.

A pesar de alguna mejoría esta competencia sigue siendo precaria. Si hoy es mala la capacidad de analizar un texto, como hay mejoría se deduce que antes era peor. Los estudios de la Cámara Colombiana del Libro muestran que se comprende poco lo que se lee y que además se lee muy poco.

Una prueba reina, que confirma los anteriores asertos, es la calamitosa reforma a la justicia. El presidente de la Cámara de Representantes confesó que no había leído el texto de la conciliación, luego corrige un poco y dice que sí la leyó pero muy rápidamente. Se lee poco y se comprende deficientemente. No se trataba de un texto de alguna ley de honores para un corregimiento olvidado, por el contrario era el proyecto de reforma constitucional que destruía otra de las columnas vertebrales de la Constitución de 1991, promulgada por el entonces presidente César Gaviria.

Los centros de enseñanza que promocionan cursos de lectura rápida pueden hacer su agosto ofreciendo sus servicios a los legisladores. Parece que con excepción de los autores de la conciliación pocos se leyeron el texto, pues el jueves 20 de junio se aprobó con aplastante mayoría, pero el viernes, luego de la alocución presidencial los dirigentes de los partidos de la coalición mayoritaria declararon su oposición al texto de conciliación. Poca lectura, poca comprensión, poco convencimiento de las normas que aprueban o necesidad de no perder los privilegios del poder.

El papel del ministro de Justicia sólo se salva por su renuncia irrevocable, que debe diferenciarse de “y revocable”. Las declaraciones de júbilo por la reforma aprobada, el elogio casi ditirámbico a los congresistas por haber reformado la justicia con un acto que los haría pasar a la historia, es otro ejemplo. A la historia se pasará; a las pocas horas de aprobado el esperpento se había divulgado el documento del doctor Hernando Yepes sobre la convocatoria de un referendo derogatorio especial como reacción ciudadana. Las redes sociales acogían propuestas del mismo tenor e iban un paso más adelante, pedían revocatoria del Congreso histórico.

La propuesta del doctor Yepes fue escrita antes de conocerse el texto de la conciliación. La reforma aun sin los esperpentos añadidos por los 12 del Congreso es inconveniente. Lesionan en alto grado la independencia de poderes, ya debilitada por la reforma que permitió la reelección presidencial, sin ajustar períodos y formas de elegir de las otras ramas del poder, por ejemplo, al fiscal. Por otra parte hay un aire simoníaco en la discusión del proyecto, se intercambian prebendas entre el legislativo y los altos tribunales de justicia —yo te amplío tu período, te extiendo la edad de retiro forzado y tu garantizas mi inmunidad—.

El presidente Santos actuó con rapidez y con valor al rechazar el asalto a la justicia. Los excesos de los 12 le dieron al presidente la posibilidad de echar para atrás la reforma por él impulsada y patinada por el ministro. La reforma es mala aun sin los vergonzosos agregados de última hora.

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