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En respuesta al editorial del 5 de mayo de 2024, titulado “¿Qué nos dejan las marchas, más allá de los egos?”.
Claro que las marchas del 1° de mayo deben ser escuchadas. Son las voces de millones de colombianos excluidos por todos los gobiernos anteriores en Colombia, gobiernos que nos dejaron como uno de los países más desiguales del mundo, que nos dejaron unos niveles de pobreza, miseria y corrupción indignantes y un largo etcétera de dificultades. Por supuesto que esas marchas del 1° de mayo deben ser visibilizadas en el mundo entero, porque es claro que el país ya dejó de ser para unos cuantos.
Ahí radica la importancia de la marcha del 1° de mayo de este año en Colombia. El país es un país distinto, la gente marchó con alegría, con solidaridad, con empatía, conscientes de su papel como ciudadanos en la construcción de un mejor país y de la democracia. A diferencia de lo que pasaba en gobiernos anteriores, aquí la fuerza pública no salió a atropellar a los manifestantes ni a cometer violaciones a los derechos humanos.
Así que, si existe un ganador, ese es el país informado, ese que no come cuento ante la avalancha de mentiras, de engaños a los que nos tenían acostumbrados gobiernos anteriores a través de sus medios de comunicación, que hoy en día pretenden seguir haciendo esa misma fechoría. Ante la vulgar narrativa de falsedades de los huérfanos de poder, ante sus maquiavélicas estrategias, el pueblo les demostró que el Gobierno no está solo, que aquí la ciudadanía informada tiene claro su papel y que fueron muchos los años de lucha, de mártires, de víctimas, de un largo etcétera de dificultades por un mejor país, el cual se está construyendo con la llegada de Petro a la Presidencia y al cual no estamos dispuestos a renunciar.
La estrategia de la oposición es clara: torpedear todas las políticas del Gobierno, invisibilizar sus logros, utilizar sus medios de comunicación para establecer lo que el escritor Byung-Chul Han nos indica en su libro Infocracia, difundiendo noticias falsas y discursos de odio que influyen en la formación de la opinión pública. La estrategia de la derecha por recuperar el poder no tiene límites y hace lo que sea por lograrlo. De eso se tienen noticias en todo el mundo y América Latina no es la excepción; el lawfare es una de las tácticas más utilizadas por la ultraderecha en los últimos tiempos en esta parte del globo. Así que aquí no se puede ser ingenuos.
Pensar que los que han gobernado por décadas y nos dejaron el país en condiciones de podredumbre, miseria y pobreza quieren llegar a acuerdos, sin dar la más mínima manifestación de grandeza para ello, sería un acto de ingenuidad en el cual el pueblo no debe caer. Es claro que este Gobierno llegó porque el pueblo o los ciudadanos ya no aguantaban más, pero ustedes y yo sabemos muy bien que la llegada de un gobierno a la Casa de Nariño no significa el poder, ese se crea y construye a través de las masas bien informadas. Algo de eso nos enseña Elias Canetti, premio nobel de Literatura, en su libro Masa y poder.
Para finalizar es pertinente recordar hoy en día a Yasser Arafat: “He venido con una rama de olivo en una mano y el arma de luchador por la libertad en la otra”.
* Geólogo, M. Sc. en educación, doctorando en desarrollo sostenible.