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En respuesta al editorial del 6 de febrero de 2025, titulado “Una Presidencia convertida en circo”.
Los detractores del presidente han disfrutado a sus anchas tras el reciente consejo de ministros. Claman que el Gobierno se ha fracturado, que el país va sin rumbo, que la hecatombe ha llegado y que las horas del mandato están contadas. Lo cierto es que presenciamos una reunión sin libreto, desordenada y expuesta sin filtros ante la opinión pública. Una estrategia arriesgada desde cualquier punto de vista, que deja una pregunta clave: ¿cuál era el verdadero propósito del presidente?
Es curioso, porque si sabía que no se mostrarían buenos resultados, ¿por qué decidió lanzarse sin paracaídas? Es una interrogante cuya respuesta se revelará con el tiempo. Sin embargo, ese éxtasis de la oposición, celebrando lo que consideran un error táctico del Gobierno, podría transformarse en decepción. Tras la tormenta de memes, risas, vergüenzas dentro del propio partido y renuncias ministeriales, comienzan a evidenciarse los efectos del controvertido consejo de ministros, y no todos son negativos.
En primer lugar, se hizo evidente que el gabinete es un grupo heterogéneo, con ministros provenientes de diferentes corrientes políticas. Esto demuestra que Petro está dispuesto a escuchar voces ajenas a su propia ideología. Además, la publicación sin filtros de esta reunión resultó ser un hito mediático, pues permitió a la ciudadanía atestiguar que un ministro o incluso un presidente no es más que un ser humano, con contradicciones, debilidades y emociones que gestionar. En el fondo, es un acto de transparencia que, al mismo tiempo, ejerce presión sobre los ministros que, como quedó claro, no siguen todos al pie de la letra el direccionamiento del mandatario. Esto, sin duda, deja dudas sobre su liderazgo dentro del Gobierno.
Lo cierto es que la gente consumió con fervor cinco horas de una transmisión ministerial repleta de traiciones, llantos, gritos, desesperación e incluso declaraciones de amor. Un evento que llegó a opacar un partido de fútbol de la selección Colombia, un hecho inédito que confirma el dominio de Petro sobre la agenda mediática del país. Aquí radica la clave del asunto: ¿qué es el poder? El arte de influir en los demás, en las masas. Para lograrlo, la estrategia más efectiva es ocupar la mente del ciudadano común, sin dejar espacio para la oposición. Ni siquiera sus detractores pueden sacarse a Petro de la cabeza; su narrativa los ha colonizado al punto de que solo pueden reaccionar con mofas y críticas, sin articular una estrategia contundente para derrotarlo en 2026.
Si alguien tiene dudas al respecto, basta con hacerse esta pregunta: ¿quiénes estaban viendo a Vicky, que daba su primera gran entrevista como candidata presidencial, mientras el presidente hablaba en el consejo de ministros? La oposición fue desplazada del centro de atención, y eso es una victoria estratégica. Si Petro logra capitalizar lo que muchos califican como un error garrafal, es posible que el próximo consejo de ministros no lo vean un millón de personas, sino tres o cuatro millones. ¿Y qué pasaría si en esas futuras reuniones se exhiben mejores resultados?
Lo único claro es que Petro ha conseguido, una vez más, copar la agenda y la atención del país. La pregunta es: ¿será capaz la oposición de encontrar una tribuna igual de efectiva?
Amanecerá y veremos.