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En respuesta al editorial del 4 de julio de 2025, titulado “Renuncia de Sarabia y pasaporte a la impulsividad”.
Esta carta es un antieditorial al texto publicado el 4 de julio —fecha simbólica en la que Estados Unidos celebra su independencia y los valores democráticos que supuestamente la acompañan—. Resulta paradójico que un medio como el suyo aproveche precisamente ese día para lanzar un editorial cuya estructura está plagada de contradicciones, afirmaciones sin evidencia y descalificaciones personales, más propias de un panfleto político que de una opinión editorial.
El texto acusa al presidente Gustavo Petro de actuar con “impulsividad” y “desdén hacia las normas” al detener una licitación con un solo oferente. Sin embargo, omite que dicha licitación fue objetada por el Consejo de Estado, precisamente por violar el principio de pluralidad que rige la contratación pública. Defender la libre competencia en un proceso donde solo una empresa participó —Thomas Greg & Sons— no es un acto de capricho, sino un intento, discutible si se quiere, de restablecer condiciones de equidad. ¿No es irónico que se celebre la libertad económica y la democracia mientras se condena un intento por evitar el monopolio en un servicio estatal?
El editorial, además, recurre a calificativos que rayan en el insulto. Llamar “impresentable” al jefe de gabinete Alfredo Saade no aporta al análisis institucional ni respeta la función del periodismo. Se trata de un ataque ad hominem que revela animadversión más que rigor. ¿Dónde queda la responsabilidad ética del lenguaje cuando la crítica se convierte en agresión disfrazada?
En cuanto a Laura Sarabia, se la presenta como una víctima más del supuesto caos presidencial, pero también como parte de escándalos no especificados. Esta ambivalencia funcional solo busca alimentar la narrativa de desorden, sin asumir un análisis serio de su rol ni de los dilemas administrativos reales.
Afirmar que “nada se avanzó” con la Imprenta Nacional tampoco es cierto. Hay evidencia pública de avances técnicos, gestiones interinstitucionales y alianzas estratégicas. Que el proceso no haya culminado no significa que no haya existido voluntad ni acción, sino que enfrenta una transición compleja que requiere tiempo y recursos.
Señor director, la crítica editorial es indispensable, pero no a costa de la verdad ni de la dignidad del debate público. Un editorial que recurre al sarcasmo, la desinformación y el desprecio no fortalece la democracia: la socava. En vez de contribuir a la deliberación pública, refuerza prejuicios y reproduce odios. Colombia necesita un periodismo crítico, sí, pero también honesto, justo y respetuoso. Este 4 de julio, ustedes optaron por lo contrario.