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Protestar por Palestina no es perder la humanidad

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Dairo Elías González Quiroz
20 de octubre de 2025 - 05:00 a. m.
"Discrepo con esta casa periodística, porque el asalto del ejército israelí a la flotilla mundial y el maltrato a sus ocupantes resultan indignantes": Dairo Elías González Quiroz.
"Discrepo con esta casa periodística, porque el asalto del ejército israelí a la flotilla mundial y el maltrato a sus ocupantes resultan indignantes": Dairo Elías González Quiroz.
Foto: Óscar Pérez
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En respuesta al editorial del 5 de octubre de 2025, titulado “No perdamos la humanidad para defender la humanidad”.

Desde el pasado jueves 2 de octubre, la intercepción por parte de Israel de la Global Sumud Flotilla —que transportaba comida, medicinas y solidaridad mundial hacia Gaza— ha inundado, entre otras ciudades, las calles de Madrid, Roma, París, Londres y Bogotá, donde miles de personas han protestado por el encarcelamiento y maltrato de sus 450 tripulantes —algunos ya deportados— y han clamado por el fin del genocidio perpetrado por Israel en la Franja, donde ya van más de 68.000 palestinos muertos.

Precisamente, durante la protesta en la capital colombiana se destacó el editorial de El Espectador del 5 de octubre, titulado “No perdamos la humanidad para defender la humanidad”, en el cual se rechaza la manifestación bogotana. Su argumento es que el activismo en favor de la causa palestina no puede servir de “excusa para vandalizar y hostigar a empresarios solo por ser judíos o tener relaciones con empresas judías”. Sin embargo, esas relaciones financieras —y algunas plataformas comerciales, como la de Carrefour— contribuyen a mantener la economía israelí y su belicismo.

Estoy de acuerdo en que dichas protestas no deben derivar en actos violentos ni en irracionales estallidos de caos que no ayudan a la causa palestina. No obstante, discrepo con esta casa periodística, porque el asalto del ejército israelí a la flotilla mundial y el maltrato a sus ocupantes resultan indignantes, dado que su único propósito era llevar ayuda humanitaria a la región. Ese asalto es una muestra más de que Netanyahu no está dispuesto a escuchar las voces que le exigen detener el genocidio.

El objetivo de las protestas mundiales es que se rompan los lazos comerciales y diplomáticos con Israel, pero, sobre todo, que se detenga la matanza. A dos años del horror indescriptible en Gaza, donde se ha instalado un sufrimiento que oscila entre enfrentar la muerte y el hambre o intentar escapar sin refugio posible, la humanidad aguarda la respuesta de Hamás al ultimátum de Estados Unidos, que aparentemente tanto este país como Israel apoyan, al igual que algunos países árabes. La advertencia trumpista, con todo su poder coercitivo detrás, debe entenderse como una oportunidad, aunque “no es un plan de paz al uso, sino un intento de cortar por lo sano el conflicto de Oriente Próximo, seguramente influido por la cercanía del anuncio del Premio Nobel de la Paz. Entre sus 20 puntos se encuentra el perverso proyecto inmobiliario, la idea de un gobierno tecnocrático de inspiración colonial, la desmovilización completa de los terroristas de Hamás por voluntad propia o la discusión de un Estado palestino, a lo que Israel se niega. Nada de eso es realista ahora mismo” (El País, España). Pero en el comunicado hay una frase resaltada: “La guerra parará inmediatamente”.

Ojalá, pues, que haya un cese al fuego ya; así se asomará un pequeño horizonte de esperanza.

* Profesor emérito, filólogo unilibrista, máster en literatura y escritor platomochotano.

Por Dairo Elías González Quiroz

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