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En respuesta al editorial del 03 de diciembre de 2024, titulado “Joe Biden abusa de su poder”.
Todos los indultos son mal vistos por la opinión pública. Estamos hablando de personas que han cometido crímenes y cuyo perdón presidencial es deformado por los medios de comunicación con tintes inevitablemente partidarios, incluso sectarios y hasta justicieros.
No obstante, el sistema democrático —desde sus valores y principios— no solo garantiza los derechos de todas y todos por igual, sino que además reconoce que existe al menos la posibilidad de que el mismo sistema genere errores graves. Siguiendo un delicado equilibrio y balance político, la democracia brinda la posibilidad de corrección, una competencia que naturalmente recae en el jefe de Estado. Este sistema se ha institucionalizado de tal forma que la Casa Blanca da un tratamiento particular a cada caso.
En efecto, el espíritu del indulto se inserta en el sistema democrático mismo, por lo cual hay una gran distancia con el sistema monárquico. En la práctica política, no solo los datos históricos confirman que todos los presidentes más recientes de los Estados Unidos han recurrido a esta figura al término de sus mandatos, sino que muchos, anteriormente, ya han indultado a familiares lejanos y cercanos. Intentar exponer el indulto a Hunter Biden como una ruptura política es caer en un desafortunado exceso de indignación.
Ni golpe ni abuso de poder, el indulto es una capacidad legal del presidente, totalmente acorde con el sistema democrático actual. Cuando los poderes al interior de la democracia tienen la capacidad de contrarrestarse, basándose en matices y singularidades que restablecen siempre el equilibrio y la armonía frente a la única desfiguración posible —la politización de la justicia— es cuando el sistema realmente funciona.
Así que el indulto no solo está en armonía con la forma y la práctica de la democracia contemporánea, sino que corresponde a un derecho de la institución presidencial. Cada presidente acude a su aguda visión para indultar a quien considera que lo merece. A pesar de que se trata de una capacidad a entera discreción del presidente, Joe Biden decide rendir cuentas de su decisión. Nada más alejado de los reyes de otro tiempo.
Si bien para la mayoría de los homo politicus contemporáneos la dimensión moral en la política no importa, para el presidente Biden sí que importa. Es un punto sobre el cual su política es tan sólida que resiste cualquier crítica. No solo Hunter Biden acudió a los tribunales, sin evadir a la justicia, sino que además tenemos a un hombre de 82 años que da la cara a los medios y presenta los motivos del perdón a su hijo: “Lleva más de cinco años sobrio”, dice, dejando entrever a alguien curtido en manejar los problemas de adicción a las drogas de larga data de su primogénito.
¿Acaso no todos los padres harían lo mismo en su posición? De eso se trata: es fácil juzgar, basándonos en lugares comunes y generalizaciones de la prensa amarillista. Pero tener empatía y, de alguna manera, alcanzar un consenso que permita compartir nuestra condición humana es una de las bases de la democracia.
* Politólogo, Université Paris 1 Panthéon-Sorbonne.