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Carrera de abogado o abogado a la carrera

Marco Antonio Muñoz Rodríguez
19 de febrero de 2024 - 02:00 a. m.

En respuesta al editorial del 18 de enero de 2024, titulado “Se complica el caso contra Julián Bedoya”.

Se dice que Colombia es un país de leguleyos y esto es cierto si nos atenemos a las cifras. Hoy en el país hay más de 300.000 abogados; tenemos una de las tasas más altas de abogados por 100.000 habitantes en la región. También merecemos el apelativo porque nos gusta pleitear, nos gusta más el pleito que la solución.

El caso del grado exprés del exsenador Julián Bedoya, referido en el editorial, es un ejemplo del desprecio absoluto de la ética en la formación del abogado y en su ejercicio profesional. Pero es aún más grave que sean estos cuestionados abogados los legisladores que hacen nuestras leyes y que sean ellos mismos los profesores de moral en nuestras facultades de Derecho, como lo informó El Espectador recientemente aludiendo a Pierre García, exrepresentante a la Cámara, profesor de moral y hoy prófugo de la justicia.

La picaresca jurídica nacional cuenta con cientos de casos similares a los aquí referidos. Para no ir muy lejos, recordemos el sainete que precedió la libertad del exsenador Arturo Char y las maromas jurídicas de los fiscales en el caso del expresidente Álvaro Uribe. En todos ellos hay un protagonista ineludible: el abogado, aunque debería decirse el rábula.

Uno de los problemas de la justicia reside en la indebida preparación jurídica de nuestros abogados, además de su carencia de principios y valores. Desde luego, no todos, hay contadas excepciones. La época de los juristas quedó atrás, es el tiempo de tinterillos y picapleitos. Hoy vale más la maña que el argumento. Lamentablemente ha hecho carrera la máxima de que “más valen diez centímetros de maña o influencia que un metro de jurisprudencia”. En la reforma a la justicia que hoy se evalúa debería estudiarse seriamente el papel del abogado, su formación, sus valores, y limitar su proliferación. El excesivo número de abogados podría ser una fortaleza si el contingente jurídico tuviera como meta la garantía de los derechos de los ciudadanos, pero este no es el caso.

Pero no todo es tristeza, pues el exsenador Bedoya le puede entregar una mención de Récord Guinness al país: el hecho de haber presentado siete exámenes en un día para obtener el título de abogado y, lo más sorprendente, haberlos pasado todos. Quien haya presentado un examen preparatorio sabe lo complicado que es. Aunque podría tratarse de un genio; al no oírlo, el país se estaría privando de sus luces esclarecedoras. Lo que falta para completar el absurdo es que el estudiante sometido a este régimen oprobioso de presentar siete exámenes preparatorios en un día demande a la universidad por atentar contra los derechos fundamentales del martirizado examinado. No sería descabellado pensar que podría tener éxito en sus pretensiones.

Por Marco Antonio Muñoz Rodríguez

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Hernando(19876)22 de febrero de 2024 - 11:10 p. m.
Que triste! Semejante profesión tan amplia y bonita.
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