Deslegitimaciones que debilitan la esperanza

Antieditorial y Francisco Rossi
08 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.

En respuesta al editorial del 21 de febrero de 2021, titulado “Hay que cuidar la esperanza que llegó con las vacunas”.

Con la intención de contrarrestar los riesgos de campañas contra las vacunas basadas en la explotación de los miedos, especialmente los “construidos” sobre la base de truculentas teorías de la conspiración, el editorial recomienda al Gobierno el buen uso de la ciencia y el del aparato estatal de comunicaciones para cuidar la esperanza. Y le llama la atención sobre los excesos de utilización política y de imagen alrededor de las primeras dosis de vacunas que, definitivamente, no ayudan.

Hasta ahí total acuerdo. El problema es que, con la mejor de las intenciones, se olvida una larga lista de “deslegitimaciones” que el Gobierno y las propias vacunas cargan a su espalda y que “debilitan” la esperanza.

Las vacunas, especialmente las de Pfizer y AstraZeneca, las más reconocidas, arrastran varias ilegitimidades. Ninguno de estos reconocidísimos laboratorios desarrolló las vacunas. Ellos son expertos vendedores comercializando los avances científicos de BioNtech el uno y de la Universidad de Oxford el otro. Son buenos en el arte de la valorización de sus acciones, objetivo que consiguieron aún antes de vender la primera dosis. Pero la mayor ilegitimidad, la más grave, que tiene en la cuerda floja al multilateralismo, las naciones unidas y casi acaba con la OMS, es que la intención de resolver la peor pandemia en la historia del género humano de una manera solidaria, equitativa, basada en los valores de la dignidad humana fue pulverizada por la carrera por el negocio de la década. Fue aplastada por la ambición y el poder del dinero.

Estamos ante un fracaso moral en el manejo de la pandemia, dijo el director general de la OMS. Usemos la cifra que se quiera. El 75 % de las vacunas disponibles están siendo administradas en los países ricos que tienen el 25 % de la población mundial. Hay países que hoy no tienen una sola vacuna, mientras elogiamos a Israel y Emiratos Árabes por haber conseguido más vacunas, más temprano, pagando más por ellas. El mundo es de los ricos.

Flaco favor hace a la imagen de las vacunas la imposición de confidencialidad sobre las condiciones de compra con recursos públicos y sobre sus riesgos de largo plazo.

También “deslegitima” vacunar primero al personal de salud. Las entrevistas triunfales no se compadecen con el hecho de que, después de un año de pandemia y de aplausos solidarios, el problema de las precarias condiciones laborales de los trabajadores de la salud, NO SE RESOLVIÓ. La gran mayoría siguen siendo contratistas. Los residentes no se vacunan porque no son trabajadores. Son estudiantes en entrenamiento y pagan matrícula.

Y tampoco ayuda que nos quejemos del mal uso de las redes sociales y el WhatsApp. Al fin y al cabo, fueron usados para movilizar miedos contra el castrochavismo, contra la ideología de género, contra el Acuerdo de Paz y la JEP, y por America first, que llevaron al poder a varios gobernantes. El costo de criar cuervos.

* Médico epidemiólogo, Fundación Ifarma.

Por Francisco Rossi

 

Bueno Bueno(20426)09 de marzo de 2021 - 01:36 p. m.
Totalmente de acuerdo, la voracidad de los comerciantes intermediarios, la falta de solidaridad de los ricos que termina siendo una espada de Damocles. Otra cosa. La increíble ineptitud del gobierno en cabeza del matarife y su pelele el marrano, fuimos el último en comenzar en Suramérica y somos los más quedados en eso. Ahora que los privados van a vacunar van a cobrar y solo los ricos van a poder
Flor(3922)09 de marzo de 2021 - 12:02 a. m.
Acertado y argumentado antieditorial. Somos muchos quienes observamos con desesperanza el lento e ineficaz proceso de vacunación. No solo porque el inepto gobierno está trayendo las vacunas a "cuentagotas", sino, porque de las pocas traídas, solo se han aplicado menos del 40%.
Hernando(84817)08 de marzo de 2021 - 05:23 p. m.
Excelente su respuesta.
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