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Ecopetrol, entre la política y la economía

Efraín Forero Molina
02 de septiembre de 2024 - 05:00 a. m.
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En respuesta al editorial del 26 de agosto de 2024, titulado “Ecopetrol: dogmatismo vs. realidad”.

En un llamado a la “coherencia”, el editorial nos invita a realizar una muy interesante interpretación de la realidad advirtiendo que “las decisiones corporativas de Ecopetrol necesitan un baño de realidad para poder financiar la transición energética”.

En ese sentido, pretender compartir el diagnóstico del presidente Petro “sobre la inviabilidad de un mundo construido sobre energías no renovables, sobre la explotación de los recursos naturales sin tener en cuenta el daño al medio ambiente” resulta claramente ingenuo a la luz de realidad que vive el mundo.

Es claro que Colombia no cuenta con la capacidad económica suficiente para poder renunciar a la explotación de sus recursos naturales a través de empresas estatales o de multinacionales extranjeras. Pretender cambiar esa realidad como testarudamente lo desea el actual Gobierno únicamente ahonda la crisis económica que vive el país producto, no solo de un mal manejo de la regla fiscal, sino de cercenar los pocos renglones de la economía que generan importantes ingresos a la nación.

No se entiende cómo, mientras el ministro de Hacienda promueve una nueva reforma tributaria en contra de las empresas y la clase media del país, este funcionario sesgado por una ideología política ignora tozudamente que Ecopetrol realizó transferencias a la nación en el año 2023 por más de $58 billones, de los cuales $22 billones fueron en dividendos, $26 billones derivaron del pago de impuestos y $10 billones del pago de regalías, lo cual equivalió al 11 % del Presupuesto General de la Nación.

Esta realidad, que equivale a cuatro reformas tributarias, demuestra que hoy en día no es viable que Ecopetrol mute a una empresa de energía renovable, sin que haya un plan serio dirigido a ese propósito. En ese sentido es claro que cualquier plan de transición debe ser producto de un proyecto a largo plazo que de manera estructurada y detallada permita de manera gradual desescalonar la producción de petróleo por la de energía renovables.

Sin embargo, este plan no debe ser producto de un proyecto ideológico sino eminentemente técnico, un proyecto de país que no solo asegure las finanzas públicas sino el devenir económico de la nación.

Es precisamente en este último punto donde el Gobierno ha fallado pues, en su afán de imponer a nuestra sociedad diversas políticas progresistas, ha desconocido la realidad económica del país y la dependencia que tenemos frente a la exploración y explotación de petróleo.

Felipe Bayón, quien estuvo en la presidencia de Ecopetrol durante cinco años, dijo en entrevista con Semana que “esto es un tobogán sin fin”, pues, durante esta administración, la petrolera no ha tomado grandes decisiones y claramente no las ha tomado por la simple y sencilla razón que el señor Ricardo Roa no está preparado para liderar una empresa de este talante sin la coadministración del presidente Gustavo Petro.

No de otra manera se puede entenderse que las ganancias de la petrolera en el primer semestre del año fueran de $7,38 billones, presentando una reducción de 24,2 % frente a los $9,74 billones de los primeros seis meses del año pasado.

El gobierno debe entender que más allá de una perspectiva política, Ecopetrol nos pertenece a todos, de allí que sea la única empresa que debe guiarse por un modelo de gestión que no tenga en cuenta el dogmatismo del político de turno, sino que se rija por modelos exegéticos de excelencia para la gestión empresarial.

Por Efraín Forero Molina

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