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Ya hay suficiente ilustración de la ciencia médica sobre la viabilidad intrauterina de embriones y fetos humanos.
Por Leila Delgado Almanza
Digámoslo sin ambages: los fetos antes de siete meses son inviables fuera del útero. Los malformados que llegan a nacer viven siempre al cuidado de una mujer y a partir de allí son, no una, sino dos vidas limitadas. Los embarazos secuelas de violaciones, y en general nacidos al término de embarazos no deseados, cualquiera sea la causa: sexo ocasional sin protección, ausencia del padre, rechazo de la familia cercana, carecen del afecto de su propia madre y muchas veces de su entorno, con las consabidas secuelas de todo tipo. Entonces, ¿por qué llamar a debate lo que la ciencia médica ha concluido: implicaciones fisiológicas —también expresadas por el editorial del 30 de marzo—? ¿Por qué creer que el proyecto del cuestionado fiscal también es cuestionable y nació muerto? “Aun cuando las motivaciones resulten deleznables”; ¿por qué deleznables? Si tiene todas las exposiciones de motivos y argumentos para salir avante. ¿O es que subyace en el editorialista el pensar anacrónico según el cual “aún no estamos suficientemente preparados” para asumirlo y debemos seguir debatiéndolo? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta que se defina el sexo de los ángeles en una discusión bizantina?
Ya muchos países del mundo han despenalizado el aborto con la sola decisión, por demás difícil, de la mujer gestante. Sencillamente porque es un derecho de ella. Es un derecho de la mujer. El único derecho claramente femenino. Los hombres no se embarazan. Si se embarazaran, dijo alguien, “el aborto sería un sacramento”. Nada de concepciones religiosas al mando en el debate. Todas las religiones condenan el aborto, mientras bendicen las armas con las que se matan los hombres entre sí en defensa muchas veces de los mismos credos. ¿Por qué someter a muchos y sempiternos debates la legalidad de la decisión de una persona adulta sobre su propio cuerpo y las consecuencias biológicas de las funciones del mismo? ¿Por qué camándulas, anatemas, prohibiciones, castigos y estereotipos legales en reacción a hechos biológicos del aparato reproductor femenino? Entre tanto, no hay reacciones parecidas contra los hombres en lo que concierne a su parte en la concepción. No conozco un solo caso en la historia en que al género masculino se le haya prohibido método anticonceptivo alguno para no engendrar. Ha sido legal desde el onanismo bíblico hasta el condón, siempre pensado en la contracepción masculina.
Estoy con el derecho al aborto con los simples límites que determine la ciencia médica para preservar la vida de la mujer que tome libremente esa decisión. Y la obligación del Estado de garantizar la realización del procedimiento adecuado en óptimas condiciones médicas y preservando la privacidad de la persona. ¡Que las consideraciones sobre los costos financieros que garantizan el real cumplimiento de los derechos no sean la real motivación para frenar la aprobación de tan necesaria ley!
