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Por Mauricio Hernández Londoño
En respuesta al editorial del 16 de julio de 2019, titulado “La buena racha deportiva colombiana”.
¿Es posible balancear la inversión entre la irresistible prioridad en el deporte de élite y una agenda para el desarrollo basada en el deporte? Imagine un ministerio estratégico que utiliza el deporte en sus múltiples manifestaciones: la recreación, los juegos y el aprovechamiento positivo del tiempo libre como medio para la educación, la salud, el desarrollo y la paz. Uno que ha superado el asistencialismo y se ha enfocado en implementar una política pública descentralizada, construida de abajo hacia arriba. Uno que ha posicionado el deporte como eje central del bienestar. Un ministerio con autonomía fiscal, con mayor presupuesto para las regiones. Una entidad moderna que interpreta la diversidad nacional y la transforma en apoyo descentralizado a los territorios. Uno que logre balancear el poder entre la dirigencia deportiva tradicional y las organizaciones no gubernamentales que trabajan en las bases de todo el territorio nacional. Un ministerio que reconoce el problema de las drogas en el deporte profesional y aficionado, y protege efectivamente a las minorías del abuso de poder, el acoso y el sobreentrenamiento.
Los problemas del deporte en Colombia requieren una solución que vaya más allá de un decreto o la conformación de un ministerio. Cambiarle el nombre a Coldeportes para seguir haciendo lo mismo de la misma forma sería un cambio cosmético y nada más. Las organizaciones públicas (el Ministerio y los entes deportivos departamentales y municipales) y privadas (Comité Olímpico, Paralímpico, ligas, clubes y asociaciones deportivas) precisan un enfoque estratégico para superar la excesiva centralización, el asistencialismo y la falta de información necesaria para su desarrollo en el sector.
El desarrollo deportivo del país es importante. La inversión en el deporte de élite para ganar medallas, organizar eventos y el reconocimiento del país parecen una prioridad irresistible para cualquier gobierno desde hace más de 30 años. Desde las primeras versiones de los Juegos Olímpicos modernos el logro deportivo ha sido utilizado por los gobiernos para mostrar el éxito de su modelo socioeconómico; esta práctica sigue vigente. Por otro lado, el mundo está demandando una visión que complemente el desarrollo deportivo con el deporte para el desarrollo.
El deporte para el desarrollo es una categoría relativamente nueva que busca, entre otras cosas, contribuir al logro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) a través del deporte.
En Colombia existe una política pública del deporte materializada en el Plan Decenal del Deporte 2009-2019. Esta política pública tenía un doble propósito. El primero, hacer de Colombia una potencia deportiva regional, y el segundo, hacer del deporte un vehículo de cohesión social. Coldeportes se ha valido del Comité Olímpico (COC) y Paralímpico Colombiano (CPC) para lograrlo ejecutando millonarias inversiones. El segundo propósito no tiene una estructura ni una inversión tan clara, hace falta una estructura abocada hacia la visión “del deporte como vehículo de cohesión social”. Esta doble orientación beneficia las estructuras del deporte asociado, pero muestra la necesidad de liderazgo en el segundo objetivo. O sea, el del deporte para el desarrollo.
Antes de emprender una nueva visión de sistema, sugerimos que se evalúe el Plan Decenal (2009-2019), ya que antes de “socializar” otro plan estratégico, deberíamos evaluar cómo nos fue con el anterior. La nueva Política Pública del Deporte 2018-2028 tiene como objetivo principal “orientar las acciones del sistema nacional del deporte”. Si bien su formulación considera un amplio abanico de servicios con un enfoque diferencial, esta política obedece más a la configuración interna de Coldeportes que a una visión estratégica del sector. No es una tarea fácil, dada la diversidad, ambigüedad y multiplicidad de actores en el sistema.
El deporte ha demostrado su capacidad para movilizar masas y recursos en múltiples escenarios. El deporte para el desarrollo demanda el liderazgo del nuevo Ministerio en la agenda pública del país. Una agenda que demuestre, como ha ocurrido en los países de la OCDE, la contribución del deporte a la salud (ODS 3), la educación (ODS 4), la igualdad de género (ODS 5), el crecimiento económico sostenible (ODS 8) y la equidad, la seguridad y la paz (ODS 10, 11 y 16 respectivamente). El Ministerio podrá ser un escenario para superar la visión de éxito basada en medallas, escenarios y eventos. Aplaudimos el tránsito de Coldeportes a ministerio, si el cambio de nombre viene acompañado de un cambio estratégico de visión.
@mauroh06, www.transparenciaeneldeporte.com
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