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En respuesta al editorial del 28 de enero de 2025, titulado “Ganar ‘me gusta’ en X no sirve a los colombianos”.
Los esfuerzos diplomáticos son clave para superar las diferencias entre las naciones. Sin embargo, hay una verdad impuesta por la realidad: las redes sociales se han convertido en el espacio donde se desarrolla gran parte del debate público. Es aquí donde la sociedad se informa, comparte sus preocupaciones y, también, donde muchos difunden noticias falsas e ideas extremistas. Twitter fue decisivo para el triunfo de Donald Trump, así como para el posicionamiento de estas tesis en Europa. Basta con recordar cómo Calin Georgescu, el ultraderechista que quiere ser presidente de Rumania, obtuvo el primer lugar con una campaña desarrollada en TikTok.
Las redes sociales han sido un espacio hegemonizado por la extrema derecha. Por esta razón, decisiones como la que tomó el presidente de la República son valiosas, además de útiles. Aunque muchos quisiéramos que las discusiones se dieran solo en los espacios tradicionales de la política, lo cierto es que el mundo ya no funciona así. La apuesta de Petro logró que mandatarios, medios de comunicación, líderes de opinión y, sobre todo, los usuarios digitales escucharan y problematizaran lo que está pasando con los migrantes en EE. UU.
Ese día, la opinión pública no se formó solo con las afirmaciones abiertamente falsas de Trump, quien denominaba a los migrantes deportados y esposados como “asesinos, capos de la droga y miembros de pandillas”. También se discutió sobre racismo y xenofobia, se visibilizó el odio y los alcances del republicano. Se humanizó una cuestión que, como la de la expulsión de los migrantes, estaba circunscrita a las cifras y a los titulares. Dicho de otro modo, Petro logró controvertir los lugares comunes que —construidos sobre noticias falsas— han afianzado las ideas ultraderechistas en la web.
En esto radica la importancia de los “me gusta” en X. La diplomacia, por sí misma, no abre el debate público. Hoy los colombianos y muchos otros pueblos están hablando de dignidad humana, de soberanía y de integración latinoamericana —que son, por lo demás, mandatos constitucionales—, apropiándose de una discusión que no hubiera iniciado una nota de protesta o un llamado a consultas. Esto también es democracia: que el pueblo se apropie de sus debates, que tenga información verídica para hacerlo y que pueda conocer una diversidad de opiniones.
X es un espacio hostil, sujeto a los deseos de Elon Musk. Por eso es útil romper con la burbuja. La diplomacia también sirvió para evitar que las sanciones se impusieran y para que las relaciones retomen su rumbo. Pero lo ganado, los “me gusta”, tiene una importancia fundamental. En X ya no solo habla la extrema derecha. Es un lugar en disputa que también se juegan las fuerzas políticas democráticas, como el progresismo y la izquierda. Mirar hacia otro lado, por más que se considere que las redes sociales son riesgosas en comparación con las discusiones diplomáticas, puede ser una apuesta aún más peligrosa en los tiempos en los que imperan la posverdad y la poderosa voz de Donald Trump.
Por Luis Carlos Pinzón
