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Hay muertos vivos, y vivos muertos… de la risa

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Marco Antonio Muñoz Rodríguez
04 de julio de 2022 - 05:00 a. m.
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En respuesta al editorial del 13 de mayo de 2022, titulado “¿Les giraron dinero de subsidios a fallecidos?”.

¿Les giraron dinero de subsidios a fallecidos? Mi respuesta es: no es la primera vez que esto ocurre. Desde que tengo uso de razón, vengo escuchando historias de muertos vivos, por esta razón y a pesar de la tragedia que el hecho encierra, recibo como una anécdota la inquietud del editorialista, que se inquieta por el hecho de que los muertos resulten beneficiarios de dineros destinados a los vivos.

Ingenuamente pensé que con el avance de la informática y la posibilidad de hacer un barrido de la base de datos entre la Registraduría y las de otras entidades públicas tendríamos depurada una base de datos en cuestión de minutos, una lista de beneficiarios y excluidos los finados. Pero no, pareciera que los muertos son más duros de morir que los mismos vivos, incluso en los algoritmos informáticos. En Colombia, el país del Sagrado Corazón de Jesús, todo puede ocurrir. Incluso que los muertos no mueran del todo y sigan vivos.

Son numerosos los casos de muertos muy vivos que registra la picaresca judicial. Traigo a cuento uno, registrado por El Espectador el día 3 de julio de 2012. Mientras alias Fritanga, acusado de narcotráfico y con orden de extradición, contraía matrimonio en el Golfo de Morrosquillo, ante 150 personalidades, fue detenido por la Policía Nacional. Lo relevante de la historia es que, al momento de arrestarlo, la Policía descubrió que Fritanga estaba figurando como persona fallecida en los archivos de la Registraduría Nacional.

Mientras escribo estas líneas, un senador de la República acaba de decir en un debate en el Congreso que el jefe de las autodefensas Carlos Castaño salió a apoyar a un candidato presidencial. Lo que ignoró el honorable congresista fue que Carlos Castaño murió hace 18 años.

Aquí no se deja en paz ni a los muertos. Algunos se jubilan, reciben pensión de jubilación, contraen matrimonio. Hay 19.951 muertos recibiendo subsidios del Estado, según nos informa la Contraloría General de la República. Esta situación surrealista es trágicamente normal, pero es hora de que dejemos a nuestros muertos descansar en paz. Es hora de que el Congreso legisle para evitar que los muertos reciban pensión y subsidios. También es hora de que los muertos dejen de levantarse de sus sepulcros para salir a votar, porque aquí también los muertos votan en las elecciones, y vivamente.

Es claro que los muertos no necesitan ni la plata ni a los políticos, pero a expensas de los muertos hay muchos vivos muertos… de la risa.

Por Marco Antonio Muñoz Rodríguez

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