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En respuesta al editorial del 28 de abril de 2024, titulado “Nueva vida a una reforma a la salud, ¿concertada?”.
El titular de su editorial pone en duda la concertación lograda por el Gobierno en el proceso de reforma a la salud, creo yo de forma justificada; sin embargo, creo igualmente que el editorial resalta los motivos de desconfianza de una sola parte de la mesa de negociación.
El proceso de reforma ha estado plagado de eufemismos y verdades a medias. Hoy todo se podía resolver sin la reforma, a pesar de que nunca se ha resuelto. Llevamos años quejándonos de las EPS por las deficiencias en la atención, pero hoy ante la propuesta de reforma les resultan defensores de toda índole incluyendo las voces de pacientes a través de encuestas complejas de entender. Llevamos años hablando de la insostenibilidad del sistema mientras gastamos a manos llenas y vemos el crecimiento desbordado de clínicas de alta complejidad, muchas de ellas de propiedad de los aseguradores y otras tantas de propiedad de los médicos, pero hoy las EPS son las únicas que pueden garantizar la sostenibilidad. Hablamos de la precaria condición de los profesionales de la salud, mientras conocemos a muchos de ellos (demasiados) inmensamente ricos. Vemos a grandes líderes políticos hablando de cómo no vamos a poder elegir nuestros servicios de salud, cuando en este sistema nunca los hemos elegido porque siempre lo han hecho las EPS, incluso obligándonos a asistir a centros de dudosa reputación o muy distantes de nuestros domicilios.
El Gobierno inició y continuó un proceso de reforma de manera equivocada, arrogante y con un inmenso sesgo de pensamiento, y la oposición desde adentro del Gobierno respondió de forma igualmente equivocada, filtrando de forma desleal sus críticas y pidiendo retirar la reforma en lugar de modificarla. El debate técnico y la intención de construir han sido dominados de lado y lado por los intereses políticos en el juego de poder.
Un acto de contrición, si es que no se quiere un análisis técnico, nos permitiría ver que el sistema de hoy tiene inmensas ganancias, como la protección financiera de la población, que se hizo aún más evidente durante la pandemia. Nos permitiría ver que la dinámica de mercado ha mejorado las coberturas de atención en muchas regiones del país, pero no en las regiones distantes y los municipios pequeños. Sin embargo, también nos permitiría ver que la administración de los recursos por las EPS no ha logrado su cometido, que su doble papel de asegurador y prestador ha sido deletéreo y que gran parte de los problemas de sostenibilidad se deben al uso irracional de tecnologías por parte de los médicos, ayudados por un sistema judicial que actúa desde el corazón y no desde la razón, en gran medida bajo la orientación de expertos clínicos llenos de conflictos de intereses.
Un acto de contrición nos permitiría sentarnos a construir o, mejor aún, a reconstruir, con corazón pero desde la razón. Infortunadamente, eso es quizás una utopía en el mundo de la política.
Por Raúl Murillo
