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Las razones para rebajar el sueldo de los congresistas

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Santiago Acevedo Monsalve
29 de agosto de 2022 - 05:00 a. m.
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En respuesta al editorial del 11 de agosto de 2022, titulado “La obsesión por el sueldo de los congresistas”.

El Congreso de la República no ha sido el lugar de las grandes transformaciones, en primer lugar. Por sí solo, el hecho de contar reiterados intentos de una reforma o cambio no desacredita su necesidad, como ha sucedido con la siempre aplazada reforma estructural a la justicia de cara a la ciudadanía y el acceso a aquella. En el caso de la remuneración a los congresistas bien se puede decir lo mismo y habría que ver también de dónde y de quiénes ha surgido la iniciativa, pero hay razones para considerar que se justifica dedicar discusión y tiempo legislativo al tema.

El salario de los congresistas no solamente es el salario de los congresistas, pues lo que devengan una gran cantidad de cargos en la cúspide del poder público está indexado a su sueldo básico, como en el caso de los oficiales militares, cuya escala salarial se define por un porcentaje en relación con aquel salario. Rebajar el salario de los congresistas afecta la remuneración de altos cargos nacionales en diferentes ramas y organismos independientes. Por ese lado, entonces, no se puede hacer la cuenta sencilla de únicamente multiplicar el salario de los congresistas por su número, el ahorro es mucho mayor que ese cálculo.

Coligado a lo anterior hay un factor de inequidad. Sabemos que la mayor parte del subsidio pensional del país, que consume ingentes recursos del erario, va a la minoría con megapensiones. Mientras no haya una reforma pensional que corrija eso con un sistema como el de pilares donde lo público solamente subsidie las pensiones de ingresos mínimos, se debe hacer todo lo posible para disminuir la carga pensional por megapensiones, contando con que tal reforma toque los regímenes especiales de los empleados del Estado. Siguiendo con el ejemplo de los militares, según el informe de empalme de la Caja de Retiro de las Fuerzas Militares, los activos aportan con sus cotizaciones el 8 % de los recursos necesarios actualmente para liquidar las mesadas de los retirados, pero no son la excepción en el sector público en ese sentido.

Así, el efecto práctico por el que se pregunta el editorialista aparece en varios lados. También el mismo cuestiona la conveniencia de tener servidores peor pagados e insinúa que la buena remuneración es clave para atraer al mejor talento. Sobre eso hay que decir que el sueldo medio en el sector público es mejor que el privado, en la base. Mientras, en la cúspide suele ser lo contrario: un alto ejecutivo de una multinacional devenga más que un congresista, así como un congresista metido en corrupción gana mucho más. El servicio público es eso en tal instancia, servir; si la buena remuneración evitara la corrupción, que les paguen el doble a ver si los delitos y sus montos disminuyen proporcionalmente. Es algo moral, no de cálculo económico. Tampoco se pide que trabajen ad honorem, pero que no esperen vivir como monarcas. Lo inmoral es que no vivan con lo que sí les toca a 35 familias.

Por Santiago Acevedo Monsalve

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