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En respuesta al editorial del 11 de octubre de 2021, titulado “¿Por qué algunos médicos prefieren la crueldad?”.
La eutanasia es una herramienta útil, pero se debe hacer con procedimientos bien estructurados.
Su editorial del 11 de octubre señaló a la IPS Incodol (Instituto Colombiano del Dolor, de Medellín) de crueldad por haber cancelado el procedimiento de eutanasia programado a la señora Martha Liria Sepúlveda. El editorial además acusó al Instituto de negligente, arbitrario y arrogante. En la diatriba no apareció la opinión del Instituto, no es claro si trataron de obtenerla, solo vimos el fallo implacable.
La paciente tenía derecho a que le dieran la mejor atención e incluso a que no se vulnerara su derecho a tener una muerte digna, y no parece sensato que un grupo de profesionales serios se opongan a la filosofía de no alargar la vida con intervenciones innecesarias. Los médicos también tenemos derechos y, para fortuna de nuestros pacientes, uno de ellos es la autonomía profesional, consagrada en la Ley Estatutaria de Salud en su artículo 17, donde señala: “Se garantiza la autonomía de los profesionales de la salud para adoptar decisiones sobre el diagnóstico y tratamiento de los pacientes que tienen a su cargo...”.
La autonomía nos permite poder pensar cuál es la mejor alternativa terapéutica para cada caso y eso incluye analizar en cada situación lo que más conviene y resulta más sensato. Las decisiones que tomamos no son fáciles y por lo tanto incluyen la duda, pues nuestro grado de incertidumbre es muy grande. En medicina, cuando existe evidencia y es clara la indicación de una conducta, la decisión es fácil; sin embargo, esto ocurre en la minoría de los casos. Prefiero por eso pensar que mi oficio es más cercano al arte que a la ciencia.
El caso de doña Martha incluía muchas variables complejas: por un lado, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) tiene un pronóstico malo y puede terminar postrando al paciente, limitando su autonomía y generando un gran deterioro en su calidad de vida. Es muy probable que estos argumentos la hayan animado a considerar esta alternativa y eso se debía respetar, pero para completar la ecuación resultaba indispensable contar con los médicos, con su opinión sobre el momento indicado y los detalles para llevarla a cabo.
En consecuencia, era prudente dar el espacio y el tiempo al Instituto para que pudiera atender de la mejor manera a la paciente, estableciendo los protocolos que requiriera el caso, pero de ninguna manera podía ser presionado para cumplir algo que nunca se ha hecho en Colombia. Plantearlo así no es responsable y en eso el editorial se equivocó.
La eutanasia es una alternativa útil para casos terminales e incluso puede tener un espacio en situaciones en que el pronóstico hace prever un sufrimiento futuro, siempre y cuando se establezca un proceso serio que permita hacer una valoración adecuada. Es muy probable que aún no existan en el país IPS que tengan la capacidad de llevar a cabo esta labor, pero poco ayuda la prensa haciendo juicios ligeros.