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Omitieron a Pablo Neruda en la historia de Chile

Dairo Elías González Quiroz*
17 de septiembre de 2023 - 09:05 p. m.

En respuesta al editorial del 11 de septiembre de 2023, titulado “Los 50 años del golpe contra Salvador Allende”.

Lamento que El Espectador en su editorial del 11 de septiembre no haya tocado la muerte de Pablo Neruda, ocurrida 12 días después de la de Allende, vate y político que nacieron con cuatro años de diferencia —1904 y 1908, respectivamente—. Ambos fueron hombres que cultivaron por décadas una camaradería explorada en Pablo Neruda y Salvador Allende. Una Amistad, una historia, de Abraham Quezada, primera investigación de dos “figuras emblemáticas y arquetípicas de la izquierda chilena y latinoamericana que a través de su trabajo político y estético persiguieron por décadas sus propios sueños y anhelos. Uno, la primera magistratura de la nación para materializar su proyecto político-social; el otro, el Premio Nobel de Literatura, que vendría a coronar una trayectoria poética sin parangón en las letras hispanas”, afirma el ensayista e historiador austral que además pregunta: “¿Cómo dos hombres de la misma generación, de orígenes sociales distintos —Allende de la pequeña burguesía y Neruda de clase media baja—, llegaron a defender con tanta fuerza una misma ideología política en los años 70?”.

Ambos escribieron sobre sí: en sus memorias Neruda se refiere a Allende “echando versos y discursos por todo el brusco e interminable territorio de Chile”, en donde su resistencia tenía “un arte digno del mismísimo Churchill”. Intercambiaron cartas como aquella que escribió Neruda en septiembre de 1970, cuando Allende ganó las elecciones: “Querido Salvador: no he ido a felicitarte porque he estado felicitándome”. Pablo, como embajador en Francia, el 21 de octubre de 1971 lo llamó desde París para comunicarle lo del Nobel. En el discurso que Allende pronunció en noviembre de 1971 afirmó: “El Premio Nobel de Literatura ha sido otorgado a un chileno… Este galardón, que incorpora a la inmortalidad a un hombre nuestro, es la victoria de Chile y de su pueblo…”.

La última vez que se vieron fue el 12 de julio de 1973, día del cumpleaños 69 de Neruda; faltaba menos de un mes para el “pinochetazo” cuando Allende le regaló una fotografía en la que aparecen juntos: “Para Matilde y Pablo con el cariño y afecto del compañero presidente”. Dos meses después, los dos estaban muertos: “Allende prefirió quitarse la vida antes que aceptar las imposiciones de los golpistas”, dice El Espectador. Realmente poco importa si fueron asesinados o si se suicidó uno y el otro se murió de cáncer o pena moral. ¿Cambia en algo sus figuras? Absolutamente nada. Seguir insistiendo en que uno fue asesinado y que su muerte no fue un suicidio o que el otro no murió de cáncer sino de pena moral o que también fue asesinado es “algo así como una búsqueda de plusvalía de heroísmo cuando, en realidad, el heroísmo y el martirio … están completamente establecidos. Desde el primer día”, como dice Alfredo Joignant. ¡Ah!, señores de El Espectador, no olviden que este año también se conmemoraron 75 años del Bogotazo que asesinó a Gaitán, hecho que también debe “llamar a la reflexión para que nunca más volvamos a enfrentar este tipo de realidades”.

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* Escritor, filólogo y magíster en literatura del Instituto Caro y Cuervo.

Por Dairo Elías González Quiroz*

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