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Revocatoria de las cortes: ¿un asunto de carpintería?

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Antieditorial
28 de abril de 2014 - 03:00 a. m.
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Provocadora la editorial de El Espectador que propone nada menos que la revocatoria de las cortes. Llama la atención que semejante golpe de Estado también haya encontrado espacio en la editorial de El Tiempo del pasado 21 de abril, “Vientos de revolcón”. ¡Cuidado con lo que se propone!

Sin duda es urgente una reforma a la justicia y la corrección de los errores, la mayoría derivados de la arquitectura institucional prevista en la Carta del 91, pero de ahí a proponer decapitar la Rama Judicial entera, además sin fórmula de juicio, adoptando la generalización como guillotina sobre las cabezas de todos los magistrados, sin ninguna consideración por trayectoria, hojas de vida o antecedentes de carrera, es más o menos proponer una justicia sin cabeza, y no cuando se produjese la supuesta revocatoria, asunto además inviable e inconstitucional, sino desde el momento mismo en que se propone, porque debilita en el imaginario colectivo aún más a una Rama Judicial que por supuesto tiene graves problemas y fragilidades, pero a la que hay que fortalecer corrigiendo sus malformaciones, mejorando el diseño constitucional, otorgándole la autonomía que se merece, es decir, proponiendo la verdadera reforma a la justicia.

Revocar unos magistrados para elegir otros con las mismas reglas de juego, por supuesto que no resuelve nada. Si en verdad se reclama una solución definitiva para evitar la politización de la justicia y la judicialización de la política, la impunidad como norma, la dilación de los procesos y las infinitas barreras de acceso de los ciudadanos para hacer valer sus justos reclamos, entonces habrá que hablar de autonomía judicial incluyendo autonomía presupuestal, de regresar a la cooptación, de modelos de descongestión por vía de justicia alternativa, de eliminación de sus funciones electorales, de la supresión del pésimo invento que resultó ser el Consejo Superior de la Judicatura, e incluso abrir el debate sobre las cortes vitalicias, modelo que muy bien funciona en Alemania o en Estados Unidos, para citar dos ejemplos. Es decir, una profunda reforma a la justicia, que no es precisamente un asunto de carpintería.

No sabremos si en las propuestas editoriales de los dos más importantes diarios de Colombia subyace solamente la ingenuidad de vender el sofá en el caso del marido infiel o si nos quieren preparar para una futura constituyente que todo lo baraje de nuevo, utilizando como argumento el desprestigio ya no sólo de la Rama Legislativa sino también de la Judicial. Es probable que hace 2.000 años, por tratarse de un asunto de clavos, martillos y maderos, algunos hayan considerado esa otra crucifixión también como un asunto de carpintería.

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