Publicidad

Sobre los procesos de contratación pública

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Edwin Veloza
28 de febrero de 2022 - 05:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

En respuesta al editorial del 28 de febrero de 2022, titulado “Los servidores públicos no deben bañarse en contratos”.

En la historia de los numerosos y millonarios contratos adjudicados sospechosamente no solo están Andrés Mayorquín y Karen Liseth Vaquiro, quienes en enero fueron la pareja de moda en el mundo de la contratación estatal. Es claro que el número y monto de los contratos tuvieron que haber sido aprobados por alguien superior. Estos contratos de tipo asesor para desarrollar una actividad tan exótica y cuestionable en el valor, y su aporte a la entidad contratante son cuando menos muy cuestionables. Además, es poco probable que cualquier mortal, simplemente, como lo asegura la señora Vaquiro, pueda inscribirse en una base de datos y que su hoja de vida salga tan favorecida. Es poco probable. Es más fácil ganarse el chance cada semana que lograr tantos contratos similares y con montos tan altos en tan poco tiempo. Ni ellos mismos tienen claro cómo los consiguieron. Sin embargo, como lo mostró el alcalde de Cartagena, el esposo tenía su número de celular y quién sabe el contacto de cuántos funcionarios más, y puede que alguno de ellos hubiese ayudado a que la hoja de vida de la esposa del asesor en temas legislativos (de la mano derecha del presidente, nada menos) pudiera venderse como la de una mujer extremadamente competente. ¿Alguien revisó en otras entidades si la información que entregaba ella no sería igual en otras postulaciones? ¿Alguien verificó que los informes no fueran los mismos o similares a los que el equipo del esposo le entregaba a la jefa de gabinete?

El problema no es solo el poder para hacer tráfico de influencias, sino esa capacidad que tienen los ordenadores del gasto en Colombia para realizar este tipo de contratación exótica. Si bien existen controles, es claro que no funcionan: se llena un formulario que nadie verifica, o siquiera se revisa una póliza, como en el caso de Centros Poblados, o se ignora si realmente las convocatorias son públicas. La verdad es que cuando salen contratos solo se sabe dentro de las mismas entidades y solo terminan siendo públicos con pocas horas para que no se inscriba prácticamente nadie diferente a quienes conocen internamente los procesos de selección.

Los esposos, a la final, solo aprovecharon la oportunidad que el sistema ha diseñado para que los amiguetes del gobierno de turno puedan volverse importantes y ricos sin que realmente deban demostrar su valor, sino solo vivir de la vaca que es el Estado mientras otros miles y miles de profesionales ni siquiera pueden ejercer sus profesiones. ¿Quieren saber qué tan malo es esto? Miren los requisitos en algunos cargos del Estado y el amplio espectro de diferentes profesiones para un mismo puesto: así cualquiera que sea el amigo del jefe puede ocupar un cargo. La meritocracia solo es un saludo a la bandera.

Por Edwin Veloza

Conoce más

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.