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En respuesta al editorial del 06 de agosto de 2024, titulado Sí, los peajes y el diésel tienen que subir de precio.
Comedidamente se puede y se tiene que mejorar argumentación del editorial. Vamos por partes:
1. El diésel para transporte de pasajeros y carga no es menos del 37,5 % de la canasta de costos del transporte.
2. Los peajes no son menos (de acuerdo con la ruta) del 9 %. Hay rutas donde pueden alcanzar más del 15 %.
Respecto al diésel, válido el ajuste, pero hay que anotar que sólo las operaciones que están bajo el esquema de Sicetac (actual tabla de fletes mínimos), tendrán ajuste inmediato y no deben causar menoscabo en el resultado económico, si es que la informalidad o el bajo control de esta, de parte de las autoridades, no toma más aliento.
El 80 % de las mercancías transportadas son de bajos precios y por ello tienen bajos fletes. Los más cercanos a la “operación económica a pérdida” para el transportador, productos a los que más afecta el flete y la inflación.
Las demás operaciones están sujetas a la ley de oferta y demanda. Estas pueden ser el 40 % del total de servicios prestados por la industria del transporte. En este segmento es que la afectación puede ser muy grave por la baja actividad económica presente.
Consideramos crecimiento económico cercano a cero. Revisemos solamente la venta de vehículos comerciales, la cual se ha reducido al 20 % de los volúmenes del periodo pasado.
Respecto al diésel, hay varias soluciones. La más importante es revisar la fórmula de cálculo del precio final, llena de impuestos y sobretasas, recursos para el sector público sin resultados positivos en su utilización.
Respecto a los peajes, es menester, obligatorio, urgente, estudio de calidad de la infraestructura, de diseños, de oportuno y calificado mantenimiento. Porque hay muchas vías del país en pésimo estado, sin mejoras palpables, sin “equilibrio” entre lo cobrado y el estado de las vías.
Ejemplo el caso de la vía Bogotá-La Mesa-Girardot. Puede ser la de más alto costo peaje kilómetro del país sin solución en su terminación, sin avance alguno. Pueden ser más de 10 años de promesas para su terminación, sólo con tres carriles en el 40 % del recorrido sin terminar siquiera el tercer carril en tan corto kilometraje. Y es esta la vía alterna al sur del país que, por Melgar, es la de mayor utilización para todos los sectores de la economía colombiana. ¿Dónde están los recursos del recaudo?
Las vías a puertos, otro dolor de cabeza para la industria del transporte. Bogotá-Costa Atlántica-, hace 12 años un vehículo demoraba 18 horas en su recorrido. Hoy, por el estado de las vías, más la congestión en pasos críticos, incluidos los de los múltiples municipios en la ruta, pueden ser de más de 24 horas. ¿Las concesiones habrán analizado este problema con las autoridades locales?
Está bien mirar lo macro, no sin tener en cuenta lo micro. Son innumerables los aspectos a analizar, pero sin transporte estable y rentable, lo demás se complica.
Subir por subir no parece lo más responsable. Toca revisar todo, estructuras de precios, calidad y seguridad integralmente, es lo que corresponde.