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En respuesta al editorial del 30 de julio de 2021, titulado “No más bloqueos a la educación presencial”.
Al leer su editorial “No más bloqueos a la educación presencial”, vuelve a entristecerme la ausencia de ecuanimidad y de un verdadero periodismo investigativo en Colombia. Es obvio que los docentes de la educación pública de este país lograron mantener activos a niños y jóvenes en sus quehaceres académicos, sacrificando sus espacios familiares y gastando de sus presupuestos personales en tecnologías que les permitieran llegar a sus educandos sin un apoyo explícito y real del Ministerio de Educación. Jornadas más extensas que las de la presencialidad fueron asumidas por la mayoría de docentes, preparando materiales tanto para los estudiantes que poseían capacidades tecnológicas para la virtualidad educativa como para quienes no las tenían, esfuerzo que no ha sido reconocido por ustedes ni por el Gobierno, aunque sí por muchos padres de familia. Mientras tanto, un Ministerio de Educación tan mediocre como el Gobierno al que responde no mejoró la infraestructura humana ni física de la mayoría de colegios y escuelas públicas. Ese es el aspecto que ustedes omiten de manera voluntaria e irresponsable, porque mantienen esa imagen de la educación pública pobre para el pobre.
Nunca he escuchado de los profesores que ustedes critican la negativa de volver a la presencialidad, solo quieren proteger a los que educan, a las familias de ellos y a las suyas propias de un contagio masivo que cobraría muchas vidas y ya ha afectado a muchas familias.
En una actitud más responsable y ecuánime por parte de ustedes, deberían evitar términos como “bloqueo” que dan la sensación de ilegalidad al lector, pero además no deberían escribir ni juzgar (porque ahora quieren estar por encima de la justicia, criticando la aceptación de la tutela por la jueza del caso) sin un trabajo investigativo de campo con cifras y evidencias de la realidad educativa pública actual en Colombia.
Entonces, indigna que ustedes se pongan del lado de una ministra de Educación y un Gobierno que no resuelven los problemas estructurales de la educación, sino que posan a escala nacional e internacional de sabedores y solucionadores sin serlo; pareciera que estos personajes solo tienen como objetivo primordial mantener a la educación pública pauperizada y en constantes dificultades. La actitud de vedette de la ministra de Educación, con su evidente carencia de liderazgo para impulsar el país hacia el progreso soportado en una educación pública digna y de calidad, es muy notoria.
Para concluir, ¿dónde quedarán sus argumentos poco sustentados cuando el contagio masivo se dispare en los colegios? ¿Cuál estudio comparativo existe sobre las incidencias psicológicas de la educación no presencial vs. la educación presencial completa vs. la educación en alternancia con restricciones de contacto humano cercano?
Espero que estas reflexiones sirvan para entablar un verdadero debate que permita buscar cambios estructurales y no confundir Colombia con Suiza o Finlandia, donde la discusión sería otra o tal vez ni se daría.