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En respuesta al editorial del 14 de agosto de 2021, titulado “La pésima decisión contra Epa Colombia”.
“La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los Tribunales y de la impunidad de los delitos”, Bolívar.
No comparto su editorial “La pésima decisión contra Epa Colombia”.
Los jueces y la Fiscalía actuaron en justicia (cosa rara), en este caso en particular. Si bien no comparto el hecho de que un acto de vandalismo que ella misma hizo filmar se le califique de terrorismo, sí es una incitación apologista de ambas actuaciones como delito que son.
El país ha sufrido por años un conflicto armado que ha dejado miles de muertos, atentados, secuestros y una violencia desmedida. No puede tildar de banal un acto censurable, un mensaje de apología del delito, porque estamos cansados de tanto delincuente, y más de los enquistados en los tribunales y la política. No se trata de un exceso, una desproporción o una injusticia, y menos que fomente la indignación popular y que sea un peligroso precedente para el enjuiciamiento del vandalismo en el país. No. Se trata de que la ley y el orden hay que preservarlos por encima de todo lo demás, incluido el respeto a la institucionalidad, la protección de los bienes públicos que tanto le sirven al de a pie, como los medios de transporte populares, y a las autoridades. Si no están de acuerdo, que se vayan para donde puedan hacer vandalismo, o a los países donde los regímenes dictatoriales gobiernan.
¿Aceptar que se cometió un delito, disculparse y reparar amerita que su acto delictivo no sea castigado? No. Tenemos terroristas en el Congreso que no han reconocido sus delitos, pedido perdón, reparado a sus víctimas, y sin compromiso de no repetición.
Si se compara esta condena con las laxas que hoy pagan en palacetes los más encopetados hampones de la política, jueces, magistrados y empresarios de este país que robaron millones a ahorradores y al erario, que cometieron todo tipo de delitos, sí es una pena exagerada. Pero pensemos al revés: si las penas impuestas a estos segundos fueron justas y si compensan los daños ocasionados a la gente en su honra y patrimonio.
La pena es merecida y la severidad es para que delinquir no sea un estímulo para burlar la justicia los que tanto daño le hacen al país. No son héroes los sujetos que han caído en los actos vandálicos, ya sea accidentalmente o por excesos de la fuerza pública, desconociendo los excesos de los vándalos (muchos exconvictos) que han actuado con alevosía contra los policías, asesinados, quemados y heridos de gravedad. Es indignante que a estos criminales los capturen, les dejen vencer los términos, los suelten, asesinen a sus demandantes y huyan.
Vandalismo y terrorismo van de la mano y deben ser castigados duramente. Bien actuó el Tribunal al castigar la incitación al terrorismo de esa influenciadora, muy seguida en redes sociales. El Estado tiene que garantizarse su estabilidad y estos vándalos la amenazan llevando a cabo y fomentando actos perversos de destrucción de la propiedad privada y pública, amenazando seriamente la paz ciudadana.